Estudios Biblicos – Sermones

EL ECO

Quizás ustedes hayan oído el cuento del muchacho que vivía en un bosque. Un día creyó escuchar la voz de otro chico, allá a lo lejos. Gritó -¡Hola! jHo- la!- y la voz le respondió -¡Hola! ¡Hola!- El niño no sabía que se trataba del eco de su propia voz, y entonces comenzó a gritar insultos que eran contestados inmediatamente. Después de un rato, entró a su casa y le contó a la madre que había un muchacho muy malo en el bosque. La madre, que comprendió el caso, le dijo que le hablara bondadosamente al muchacho para ver si le respondía del mismo modo. El chico salió de nuevo, hizo la experiencia, y encontró que sus palabras de cariño eran contestadas de la misma manera. Este cuento es bastante ilustrativo.

Algunos de ustedes piensan que tienen vecinos malos y desagra- dables. Es probable que la dificultad esté en ustedes mismos. Si ustedes aman a sus prójimos, ellos han de amarles a ustedes.

CREYÓ EN LA PALABRA DEL PRÍNCIPE

Cuenta la historia que un hombre fue condenado a muerte. Citando ya iba a ser decapitado, el príncipe que era el encarargado de la ejecución le preguntó si tenía algo que pedir, Todo lo que el reo pidió fue un vaso de agua. Cuando se lo trajeron, temblaba tanto que no pudo acercar el agua a sus labios. Entonces el príncipe le dijo que se tranquilizara, pues nada le sucedería hasta que hubiese terminado de beber esa agua. El hombre confió en la palabra del príncipe, y arrojó el vaso al suelo. No pudieron recoger el agua derramada, y así el reo se salvó. Mi amigo, tú puedes ser salvo ahora, ¿creyendo en la Palabra de Dios. El agua de vida se ofrece ahora a todo el que quiera tomarla. Toma de ella y vivirás.

SE DABA POR ALUDIDO Mi esposa estaba enseñándole a mi hijito una lección de Escuela Dominical. Le estaba explicando la forma en que un pecado se convierte en un hábito. El chico creyó que ya la cosa se le estaba acercando demasiado, y entonces medio ruborizado le dijo a la madre: -Mamita, me parece que te estás alejando mucho del tema. NO COMÍA SINO MIGAJAS

Una vez oí contar al Reverendo Guillermo Arnot acerca del perro de un amigo suyo. El animal entraba al comedor, cuando la familia estaba sentada a la mesa, y se quedaba quieto, mirando a su amo. Si el amo le tiraba algunas migajas de pan, el perro saltaba y las tomaba en el aire antes de que tocaran el suelo. Pero si ponía un pedazo de carne en el piso, el perro la miraba y no la tocaba, como si fuese algo demasiado bueno para él. -Así son muchos cristianos -decía el señor Ar- not-, están satisfechos con comer migajas, cuando Dios quiere darles comida abundante. Venid sin temor al trono de la gracia, y obtened la ayuda que precisáis. Hay abundancia para todos. DOS PERSONAS LO CONVIRTIERON A un escocés se le preguntó una vez cuántas per- sonas intervinieron en su conversión. -Dos -fue la respuesta. -¿Dosí ¿Cómo es posible? ¿No hizo acaso Dios toda la obra? -El Todopoderoso y yo me convirtieron. Yo hice todo lo que pude en contra, y el Todopoderoso hizo todo lo que pudo en favor, y triunfó El, alabado sea su Nombre. NUNCA VUELVE VACÍA…

Hace muchos años, me dirigía a mi casa en Chicago ví a un hombre que estaba apoyado contra un farol. Me acerqué y poniéndole la mano en el hombro le dije: -¿Es usted cristiano? Se puso furioso, me amenazó y yo creía que me iba a pegar- Le dije: -Siento mucho si le he ofendi- do, pero me parecía que yo le estaba haciendo una pregunta importante. -¡No se meta en lo que no le importa! -me dijo, rugiendo de ira. -Es que sí me importa -le dije, al retirarme del lugar. Unos tres meses más tarde, una mañana muy fría, Poco después del amanecer, llamaron a mí puerta. -¿Quién esí ?pregunté antes de abrir. Una voz desconocida me contestó: -He venido Porque deseo ser cristiano. Abrí la puerta, y con gran sorpresa vi que estaba allí el hombre que me había maldecido porque le hablé esa noche junto al farol. Me dijo: -Le ruego que me perdone. No he tenido paz desde esa noche. Sus palabras me han perseguido desde entonces. Anoche no pude dormir, y resolví venir para que usted orara conmigo. Ese hombre aceptó a Cristo, y el momento mismo en que lo había hecho, preguntó: -¿Qué puedo hacer para el Señor? Enseñó en la escuela dominical hasta que estalló la guerra. Entró al ejército,fue uno de los primeros en morir, pero dejó un elocuente testimonio para Dios.

POR LA MANERA DE CAMINAR -Ese hombre ha estado en el ejército, o en un colegio militar -le dije en cierta ocasión a un amigo, -Efectivamente; pero ¿cómo lo supo? -Por su manera de caminar. Es así con los cristianos. Podemos saber si han estado con Jesús, por su manera de andar. ASERRÍN O PAN Si usted sale a su jardín y arroja al suelo un poco de aserrín, los pájaros no se fijarán en él; pero si en cambio arroja migas de pan, en seguida verá cómo los pajaritos bajan de los árboles para arrebatarlas. El que es realmente hijo de Dios conoce bien la diferencia, por así decirlo, entre el aserrín y el pan. Muchos que se dicen cristianos están comiendo del aserrín del mundo, en lugar de ser alimentados por el Pan que desciende del cielo. Lo único que puede satisfacer los anhelos del alma es la Palabra del Dios viviente.

¿QUÉ PODÍA HACER EL REY? En el Siglo 2° de nuestra era, llevaron a un cris- tiano ante un rey que quería que el hombre aban- donará a Cristo y al cristianismo. El soberano le dijo: -Si no abandonas tu fe, te voy a desterrar. El hombre, sonriendo, contestó: -Su majestad no puede desterrarme de Cristo, que ha dicho: «Nunca te dejaré ni te abandonaré.» Entonces el rey, enojado, le dijo: -Lo que haré es confiscar tus bienes y quitarte todo. El hombre respondió: -Mis tesoros están en el cielo; usted no podrá tocarlos. El rey se enojó aun más y dijo: -Lo único que queda es matarte. -Pero -dijo el hombre-, hace cuarenta años que estoy muerto. Morí con Cristo, y mi vida está escondida con Cristo en Dios, por lo que usted no podrá tocarla. ALABANDO SIEMPRE Hace algunos años, se convirtió un hombre que estaba siempre alabando al Señor. Vivía continua- mente en la luz. A todo lo que decía en las reuniones le anteponía siempre las palabras: ¡Alabado sea Dios! Una noche llegó a la reunión con la mano ven- dada. Se había cortado, y bastante mal. Bueno, pensé, veremos cómo alaba a Dios ahora. Pero el hombre se puso de pie y dijo: -¡Me he cortado el dedo!, pero ¡alabado sea Dios! no lo perdí, como hubiera sido posible. Si las cosas andan mal, recuerda que podrían estar mucho peor. ¡SÍRVASE USTED! Cuando yo estaba visitando la costa del Pacífico, estuve en casa de un hombre qúe tenía viñedos y plantaciones de naranjas. Un día me dijo: -Vea, Moody, mientras usted esté aquí, quiero que se sienta como si estuviese en su propia casa. Si hay algo qué usted desea, sírvase no más. Bien, cuando yo quería comer una naranja, no iba al naranjo a orar que las naranjas se cayeran del árbol a mi bolsillo; lo que hice fue acercarme al naranjo, estirar la mano y sacar las naranjas. Mi amigo había dicho que me sirviera, y me serví. Dios dice: «Allí está mi Hijo; tómalo como tu Salvador. La paga del pecado es muerte; pero la dádiva de Dios es vida eterna.»

EL ORDEN PERFECTO Hay muchas personas que temen apartarse en cualquier sentido de las prácticas establecidas; temen hacer cualquier cosa que esté fuera de orden. El orden perfecto, se lo encuentra en un cementerio. Hay orden perfecto donde hay muerte. Donde hay vida encontraréis algunas cosas fuera de orden. EL DEDO EN LA LLAGA Cuando un hombre se ha fracturado el brazo, el médico tiene que descubrir el sitio. exacto en que se encuentra la fractura. Empieza a tocar y a apretar suavemente con los dedos. -¿Es aquí? -No, doctor. -¿Aquí? -No. Pero después de un rato, el médico toca una parte. -¡Áy!- dice el enfermo. Es que ha sido descubierto el lugar afectado, y duele. Una cosa es escuchar a un predicador que ataca los pecados de los demás. Los hombres escuchan con grandes aplausos, e invitan a otros a escuchar la predicación. Pero tan pronto como el predicador empieza a hablar de los pecados de ellos, diciéndoles como Natán a David, «Tú eres el hombre,» ya no les agrada más el sermón. Es que el predicador ha puesto el dedo en la llaga. MANTÉNTE BIEN CERCA El doctor Andrés Bonar solía decir que siempre es fácil observar y seguir las pisadas de una persona si andamos muy cerca por detrás de ella, pero que si nos quedamos un poco lejos, resulta más difícil. De la misma manera, si seguimos de cerca al Maestro nos será fácil ver el camino, pero si tratamos de seguirle de lejos muy difícil nos será conocer cuál sea el sendero de su voluntad.

VALE POR DIEZ MIL SOLDADOS No nos dejemos llevar por el pesimismo o por las criticas desalentadoras. En el nombre de nuestro gran Capitán, debemos avanzar en la batalla hacia la vic- toria. Hay algunos generales cuyos nombres valen más que un ejército de diez mil soldados. Durante la Guerra Civil en nuestra patria, había algunos cuya presencia llenaba de alegría a todo el ejército. Cuando pasaban por las filas, se los vivaba constantemente. Los hombres sabían quiénes iban a conducirlos, y por ello estaban seguros de vencer A los soldados les gusta combatir bajo las órdenes de generales de esta clase. Animémonos los unos a los otros en el Señor; entonces tendremos el mayor de los éxitos.

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