NO ME AVERGUENZO DEL EVANDELIO DE DIOS

NO ME AVERGUENZO DEL EVANDELIO

Nuestro trabajo hoy

Si queremos permanecer en la obra de Dios hoy, debemos poner atención a tres temas simultáneamente. Predicar el evangelio, Traer un avivamiento, y buscar experiencias de vida

Predicar el evangelio

Predicar el evangelio es el origen de la obra de Dios. Si no hay el mensaje del evangelio en un lugar, con toda seguridad, no hay ningún principio para la obra de Dios. Predicar el evangelio es también la extensión de la obra de Dios. Si queremos que la obra de Dios se extienda y el reino de Dios aumente en cualquier lugar, debemos predicar su evangelio. Además, predicar el evangelio es también la continuación de la obra de Dios. Si nadie sobre tierra predicara el evangelio durante veinte a cuarenta años, el trabajo de Dios sobre tierra pararía completamente.

Gracias a Dios por trabajar con una pequeña cantidad de hermanos jóvenes en la iglesia. A través de su fervor por evangelio, muchos hermanos y hermanas han sido animados. Estos hermanos sentían que ser cristianos poco entusiastas, medio vivientes y medio muertos era inaceptable. Si son cristianos, tendrán que serlo de verdad y consagrar todo para el Señor. Sentían que debían seguir el modelo de los evangelios y dejar todo para seguir al Señor. Si no, no podían ser buenos cristianos en esta era. También sentían que personas jóvenes no necesitaban estudiar tantas teorías espirituales o doctrinas profundas; ni necesitaban holgazanear y esperar hacerse un hermano Lawrence o una Madame Guyon. Sentían que la cosa más fácil, más básica y más práctica era predicar el evangelio y no estar avergonzado de él. Tomaron una posición fuerte por el evangelio. Sentían que si no aprendían a predicar el evangelio y no eran ejercitados en este asunto, sería inútil hablar de otros temas porque no tendrían futuro espiritual.

Hay un hecho desgarrador: el evangelio ha estado entre nosotros por muchos años. Pero todavía el evangelio es confinado solo a algunas regiones. Muchos de los que desempeñan el consumismo no temen a nada; no se preocupan por el sacrificio y se trasladan a regiones lejanas de tierra por el bien del dinero, empresa, o carrera. Pero pocos hijos de Dios tienen interés de irse hacia algún lugar por el bien del evangelio. Debemos confesar que muchas almas se están perdiendo debido a nuestra falta del fervor y carga por el evangelio.

Sabemos que el evangelio es la comisión del Señor a todos nosotros. Con respecto a geografía, debemos predicar el evangelio a todos los confines de la tierra. Con respecto a la audiencia, debemos predicar el evangelio a toda criatura (Mr. 16: 15). El evangelio es un privilegio especial de cada pecador salvo. Un ángel podía solamente decir a Cornelio que sus oraciones y limosnas fueron recordadas por Dios. Cuando Cornelio quería escuchar el evangelio, pidió el envío de Pedro (Hechos 10: 4-6). El ángel no tenía el privilegio de predicar el evangelio. Alguien dijo que si Dios permitiera que los ángeles predicaran el evangelio, los cielos serían vaciados inmediatamente. Además, predicar el evangelio borra nuestra deuda. Pablo dijo que debía una deuda a todos, a griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor (Ro. 1: 14). Aquí debemos enfatizar un punto: predicar el evangelio es responsabilidad de cada cristiano. Si nos gusta o no, la deuda debe ser pagada. Ningún cristiano puede decir que no tiene interés en el tema del evangelio. Quizás no estemos interesados en otras cosas. ¿Pero quién se atreve a decir que ha pagado la deuda del evangelio? Somos deudores a cada pecador. Debemos pagar nuestra deuda a cada pecador.

Para esta razón, los hermanos sentían que deben pagar su deuda del evangelio por lo menos a los habitantes de su país. Ya hemos hecho más de veinte chalecos con lemas del evangelio escritos sobre la parte posterior y delantera. Algunos chalecos dicen: «Vanidad de vanidades» en el delantero y «Todo es la vanidad» en la parte posterior. Los otros dicen:«Regresa, regresa», en el delantero y «¿Porqué tu tienes que perecer?» Sobre la parte posterior. Otros dicen «Cristo entró en el mundo» sobre el delantero y “para salvar a los pecadores» sobre la parte posterior. Llevamos los chalecos. Algunos llevan pancartas del evangelio, algunos llevan «banderas del evangelio», y algunos tocan instrumentos. Salimos en grupos a las calles mas ocupadas del centro de la ciudad y caminamos por las aceras sobre ambos lados de la calle. Cuando marchamos, repartimos folletos. Cuando llegamos a un parque o un lugar público, predicamos el evangelio. Hemos preparado un camión grande con un amplificador y un altoparlante para ir a lugares más grandes también. Continua…

Watchman Nee

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