El plan para predicar

El plan para predicar

«Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban.» Hechos 8:4 (NVI)

La situación resultaba terrible. La iglesia que había nacido y crecido en Jerusalén estaba amenazada. Fuerzas de choque comenzaron a perseguirla. Los cristianos eran apresados, torturados y asesinados. Y en una sociedad sin internet, ni archivos, ni teléfonos, ni computadoras, los servicios secretos del gobierno tenían el poder para infiltrarse y destruir.

El gobierno de turno veía en la creciente Iglesia una amenaza que había que eliminar. Y comienza un plan sistemático de persecución. La presión es tan grande que muchos cristianos que vivían en Jerusalén, comienzan a emigrar. Se van de esa ciudad y comienzan a radicarse en otras ciudades. Algunos más cerca, otros más lejos, otros en otros países.

Parecía que el plan estaba dando resultado. La iglesia de Jerusalén estaba siendo desmembrada, y detrás de las cortinas del poder, el diablo sonreía satisfecho. La intimidación que había provocado el éxito inicial de la iglesia primitiva estaba siendo desarmada. Cada vez quedaban menos cristianos en Jerusalén.

Pero lo que aparentemente fue una derrota se convirtió en una impresionante victoria. El plan que tenía el diablo le salió mal, porque Dios tenía otro plan. En su completa soberanía, Dios sabía que dispersar a la iglesia, iba a generar la multiplicación de los cristianos en cientos de nuevos lugares. Y eso fue exactamente lo que pasó.

No fue agradable, ni divertido. Pero era necesario. Había un plan superior que controlaba todo lo que pasaba (aunque muchos sufrieron por causa de la persecución). Hubo familias divididas, cristianos torturados, algunos fueron asesinados, muchos perdieron el trabajo, sus amigos, sus casas, su barrio. Pero todos tenían el mismo espíritu. Estaban felices de poder predicar el evangelio en la ciudad que se mudaban. No iban con la queja por las pérdidas sufridas. Llegaban con la expectativa de ver a quién le podían predicar. ¡Ese era el plan soberano de Dios!

Mientras pensaba en esto, me preguntaba por qué hoy soy tan egoísta y cuestionador de lo que me pasa. Cualquier problema es suficiente para enojarnos con Dios, dejar de asistir a la iglesia y renunciar a nuestro servicio. Pensamos que hay una confabulación entre la maldad del diablo y la permisibilidad de Dios para nuestro mal.

Perdimos la visión de la iglesia primitiva, que porque conocían mejor a Dios, sabían perfectamente que Su Plan siempre era mejor (aunque hubiera un costo alto que pagar). ¿Cuál es tu actitud frente a los problemas que te toca enfrentar?

REFLEXIÓN – Dios tiene un plan.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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