La Grandeza Moral.

Crucificado Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.Isaías 53:7.

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La grandeza moral de Jesús es incomparable. Brilló de forma especial cuando él, el Señor de gloria (1ª Corintios 2:8), fue injuriado por los hombres. Llegaron hasta el extremo de decirle: “Tienes demonio” (Juan 8:52). Y él, el Hijo de Dios, respondió con dulzura: “Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre” (v. 49).

Este hombre humilde y perfecto es “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13), “quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1ª Pedro 2:23). Y en la cruz, crucificado por hombres malvados, intercedió por aquellos de quienes se diría: “Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia” (Santiago 5:6).

Soportó el sufrimiento, la vergüenza, la ingratitud y la burla sin levantar la cabeza ni reivindicar sus derechos. Aceptó morir como un malhechor, siendo el único hombre justo, para solucionar definitivamente el asunto del pecado. De este modo su perfección moral se manifiesta plenamente y confiere todo su valor a su sacrificio. “Cristo… mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios” (Hebreos 9:14).

Amigos creyentes, ¡cuán grande es nuestro Salvador! Bien podemos cantar:

Tus grandezas contemplamos
Con profunda adoración.
Y Señor Jesús, gozamos
Por Ti suma bendición.


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