1 Corintios 10:23 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Aquí el apóstol da normas prácticas sobre cuándo y dónde se puede o no se puede comer de lo sacrificado a los ídolos.

1. Comienza y repite, en primera persona, lo que ya expresó en 1Co 6:12: «Todo me es lícito, pero no todo conviene, no todo es provechoso; todo me es lícito, pero no todo edifica» (v. 1Co 10:23, comp. con 1Co 8:1). Todo creyente, dentro de la legítima libertad cristiana, ha de estar atento a no servir de tropiezo a un hermano o hermana; más bien (v. 1Co 10:2) ha de buscar el interés del otro por encima del propio. Con este principio por delante, entra de nuevo en el tema sobre el comer de lo sacrificado a los ídolos.

2. Las normas que establece son muy claras y sencillas:

(A) De todo lo que se vende en la carnicería se puede comer, sin hacer más averiguaciones (v. 1Co 10:25), porque todo es bueno si se toma con acción de gracias (v. 1Co 10:26, comp. con Rom 14:6; 1Ti 4:4).

(B) Se puede aceptar la invitación de un no creyente y comer de todo lo que ponga a la mesa; tampoco hace falta hacer más averiguaciones (v. 1Co 10:27), pues es un caso similar al anterior. Si en alguno de los dos casos, se ofrecen a comer carnes sacrificadas a los ídolos (sin que esto se mencione), ello no contamina al hombre.

(C) La situación cambia si alguien dice: Esto fue sacrificado a los ídolos (v. 1Co 10:28). Entonces no se debe comer, por causa de aquel que lo declaró (v. 1Co 10:28), es decir, para no herir la conciencia ajena (v. 1Co 10:29), no la propia, pues aquí se trata de un banquete común; es un caso distinto del tratado en los versículos 1Co 10:16-22, donde el contexto es cultual: en el templo de los ídolos y como quien toma parte en el sacrificio que se les ofrece, lo cual el creyente no puede hacer sin manchar su propia conciencia. La última frase del versículo 1Co 10:28 (en paréntesis, en la RV 1977) no aparece en los principales MSS: es, sin duda, una repetición mecánica del versículo 1Co 10:26.

(D) La segunda parte del versículo 1Co 10:29 y el versículo 1Co 10:30 se prestan a un malentendido, ya que, a primera vista, parece como si encerrase una queja contra esta restricción de la libertad a causa de la conciencia débil del interlocutor. El sentido no es ése, como demuestran L. Morris y J. Leal, quien da la paráfrasis siguiente, con la que se esclarece el texto sagrado: «¿Para qué dar ocasión a que mi libertad de conciencia la critiquen los débiles, cuando los escandalizo? ¿Para qué dar ocasión a que me vituperen, cuando puedo comer dando gracias a Dios?»

3. Pablo finaliza esta sección (la cual comprende también el versículo 1Co 11:1 del capítulo 1Co 11:1-34, pues la división está muy mal hecha), exhortando a los fieles de Corinto a que sigan el ejemplo de él, como él sigue el de Cristo (1Co 11:1; compárese 1Co 10:33 con Rom 15:3). La norma suprema, tanto para la edificación propia como para la de los demás (v. 1Co 10:33) es (v. 1Co 10:31) hacerlo todo para la gloria de Dios; con esta norma suprema por delante, de seguro que nadie causará escándalo (v. 1Co 10:32) ni provocará críticas (v. 1Co 10:30). Pablo distingue (v. 1Co 10:32) judíos, gentiles (ambos grupos incluyen a no creyentes) y la iglesia de Dios. Dice J. Leal, acerca del versículo 1Co 10:33: «Con libertad apostólica, Pablo se presenta como modelo de renuncias, como un padre que habla con sus hijos». M. Henry hace notar que «un predicador puede urgir sus admoniciones con osadía y autoridad cuando las puede reforzar con su propio ejemplo».

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