1 Reyes 3:16 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Se nos muestra ahora un ejemplo de la sabiduría de Salomón. La prueba no es sobre asuntos misteriosos del Estado aunque no cabe duda de que también en ellos se manifestaba su sabiduría, sino en el juicio sobre una querella entre dos partes.

I. El proceso se inicia, no por medio de abogados, sino por las partes mismas implicadas en el caso; dos mujeres, y rameras (v. 1Re 3:16). No se nos dice si el caso fue llevado antes a otro tribunal inferior, aunque el texto parece indicar que fue llevado directamente al monarca, pues ésta era la costumbre en los países orientales, especialmente en casos difíciles como éste. Estas dos mujeres, que vivían en una misma casa, habían dado a luz un hijo cada una, con un intervalo de dos días («al tercer día …» v. 1Re 3:18 ) entre ambos nacimientos. Una de ellas se acostó inadvertidamente sobre su hijo y lo mató; al darse cuenta, lo cambió de noche por el de la otra (vv. 1Re 3:19, 1Re 3:20), pero ésta, tan pronto como se levantó, se percató del fraude, por lo que vino al rey para reclamar su derecho al niño vivo (v. 1Re 3:21).

II. Dificultad del caso. La cuestión era: ¿Quién es la verdadera madre del niño vivo? Ambas lo reclamaban con la misma vehemencia y mostraban el mismo interés por él. Ninguna de las dos quiere reconocer por suyo al niño muerto, aun cuando resultaba más barato dar sepultura al muerto que mantener al vivo, pero es por el vivo por el que contienden. Los vecinos, aunque es posible que estuviesen presentes cuando los niños nacieron y quizá también cuando los circuncidaron, no se habrían interesado lo suficiente como para recordar los rasgos que los diferenciaban.

III. La sentencia del rey en este caso. Después de haber escuchado pacientemente lo que decían la una y la otra (y el hebreo, donde falta el adverbio «así» da a entender que fue mucho lo que hablaron delante del rey), después de resumir la conclusión del juicio (v. 1Re 3:23), Salomón pidió una espada (v. 1Re 3:24) y dio orden de que partiesen por medio al niño vivo y diesen la mitad a cada una de las contendientes (v. 1Re 3:25). Con esta sencilla propuesta se descubrió claramente la verdad. Hay quienes opinan que Salomón se percató de antemano, por la forma de hablar y por los gestos, de quién era la verdadera madre del niño vivo, pero lo cierto es que las sometió a ambas a una prueba que no podía fallar: (A) La que sabía que el niño vivo no era suyo, pero mantenía su derecho por pundonor, se contentaba con que se llevara a cabo la partición. (B) Pero la verdadera madre, antes que ver al niño despedazado, prefirió que le fuese dado a la otra mujer. Cómo muestra sus sentimientos maternales al clamar: «¡Ah, señor mío! Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Que lo vea yo vivo en brazos de ella, antes que verlo muerto» (v. 1Re 3:26). Con estas tiernas expresiones estaba claro que ella era la verdadera madre del niño vivo. Así que la sentencia resultó sumamente fácil para Salomón (v. 1Re 3:27): «Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre».

IV. A continuación se nos dice la gran reputación que adquirió Salomón entre su pueblo por éste y otros ejemplos de su sabiduría con lo que le resultaría más y más fácil el desempeño del alto cargó (v. 1Re 3:28): «Temieron (es decir, respetaron grandemente) al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios (es decir, muy grande) para juzgar».

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