1 Tesalonicenses 2:5 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Al continuar con esta idea de la pureza y rectitud con que él y sus colaboradores predican el Evangelio, el apóstol desciende a motivos particulares por los que los hombres se afanan en ganarse el aprecio de los oyentes: el lucro y los honores (vv. 1Ts 2:5, 1Ts 2:6). Al apóstol nunca le han impulsado estos bajos motivos, sino que se ha comportado siempre como una madre que se desvive por sus hijos (vv. 1Ts 2:7, 1Ts 2:8), y se ha ganado el sustento con el sudor de su frente, a fin de no ser gravoso a nadie (v. 1Ts 2:9), aun cuando habría podido usar de su derecho a vivir del Evangelio (v. 1Ts 2:6).

1. Pablo comienza descartando cualquier motivo bajo en su ministerio (vv. 1Ts 2:5, 1Ts 2:6): «Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni de pretexto para lucrarnos; Dios es testigo; ni buscamos gloria (es decir, alabanza y honores) de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo». Esta segunda mitad del versículo 1Ts 2:6 aparece a la cabeza del versículo 1Ts 2:7 en la edición crítica del Nuevo Testamento griego de Nestlé, y es adoptada por la mayoría de las versiones modernas.

(A) «Porque ni hemos llegado jamás a ser hechos (esto es, a ser puestos) en palabra de adulación» (lit.), es decir, en una forma lisonjera de hablar. Al estar el verbo en aoristo de la voz pasiva, el apóstol da a entender que no se dejó meter en una situación (comp. con Rom 16:7 «han llegado a ser en Cristo» lit. , aunque aquí el verbo está en pretérito perfecto de la voz activa) que repugnaba a sus convicciones. El griego kolakeías designa, más bien que la adulación corriente, lo que llamamos en castellano «zalamería», con la que una persona trata de dar seguridades falsas a otra a fin de obtener ventajas para sí misma.

(B) Tampoco se ha puesto una máscara (gr. prophásei), excusa, falso pretexto, para encubrir avaricia, un bajo deseo de lucro fácil. El griego pleonexía, como ya hemos visto en otros lugares (Mar 7:22; Luc 12:15; Rom 1:29; 2Co 9:5; Efe 4:19; Efe 5:3 y Col 3:5), no es sólo el deseo de dinero, sino el afán constante de adquirir más y más. El apóstol pone por testigos, no sólo a los tesalonicenses («como sabéis»), sino a Dios mismo («Dios testigo», lit.).

(C) Igualmente descarta Pablo el motivo de buscar gloria, alabanza y honores de parte de los hombres («ni de vosotros, ni de otros»). En el versículo 1Ts 2:4, había dicho que no trataba de agradar a los hombres, sino a Dios; ahora se refiere «a la satisfacción que se obtiene cuando es alabada la obra de uno» (L. Morris). Pablo no buscaba tal satisfacción, pero Dios ha querido que fuese cubierto de honores por millones de creyentes (y aun de no creyentes) a lo largo de los siglos. Los ha merecido como gran heraldo de Cristo y el principal expositor del cuerpo doctrinal del cristianismo.

2. El apóstol pasa luego a decir que no ha hecho uso del derecho que tenía a vivir del Evangelio: «aunque podíamos ser carga (lit.) como apóstoles de Cristo» (v. 1Ts 2:6, o v. 1Ts 2:7). A este propósito, conviene leer 1Co 9:1-19, donde Pablo defiende sus derechos como apóstol, de los cuales no ha querido hacer uso. El griego apóstolos («enviado») equivale al hebreo shaliaj y de él dice el Talmud (y lo prueba la Escritura; v. por ej. Zac 3:2) que «El shaliaj de un hombre es como si fuese él mismo» (citado por Morris). Morris cita también la teoría catolicorromana que, basada en este supuesto, afirma que los apóstoles «tuvieron la plena autoridad de Cristo y, a su vez, transmitieron esta autoridad a los obispos». De ahí la famosa enseñanza catolicorromana y anglicana de la «sucesión apostólica». Pero H. Kung, a pesar de ser un teólogo catolicorromano, asegura que no hay más sucesión apostólica que la sucesión del mensaje apostólico. T. W. Manson ha demostrado que la autoridad del shaliaj estaba limitada a los términos de su comisión y que ésta era completamente intransferible. Por tanto, los apóstoles, los Doce, no pudieron tener sucesores. La Iglesia es edificada sobre el fundamento de ellos (Efe 2:20), esto es, sobre el que ellos pusieron con su predicación, según aparece ésta en las Sagradas Escrituras del Nuevo Testamento.

3. Lejos de ser una carga para los creyentes, dice Pablo (v. 1Ts 2:7): «más bien (lit. sino que), nos hicimos como niños pequeños (así, con los MSS más importantes) entre vosotros. Y, al cambiar de símil, continúa (vv. 1Ts 2:7, 1Ts 2:8): «Como una madre (lit. nodriza) cuando cuida tiernamente (lit. abriga, calienta; el mismo verbo de Efe 5:29) a sus propios hijos, así nosotros, prendados (o afectuosamente deseosos) de vosotros, tenemos a bien siempre (es decir, estamos siempre dispuestos a) transmitiros, no sólo el Evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas (gr. psukhás) por cuanto nos llegasteis a ser muy queridos». Esta total generosidad del apóstol, dispuesto incluso a desvivirse por los fieles de Cristo, está en la misma línea de 2Co 12:14, 2Co 12:15, donde repite conceptos muy semejantes.

4. A continuación explica (comp. con Hch 20:34) cómo se ha comportado para no servir de carga a nadie (v. 1Ts 2:9): «Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga (es decir, de nuestro trabajo fatigoso); cómo trabajando de noche y de día (hipérbole popular para indicar las muchas horas de trabajo), con el fin de no ser gravosos a ninguno de vosotros, os proclamamos (lit. proclamamos hacia vosotros) el Evangelio de Dios». El griego kópos, ya de sí, significa un trabajo fatigoso, pero el vocablo mókhthos añade a la idea de fatiga la de dificultad. Las horas del día que no eran propicias para la predicación, el apóstol las dedicaba a trabajar fatigosamente con sus propias manos. Es difícil que alguien haya superado a Pablo en lo de «redimir el tiempo», que él mismo aconseja en Efe 5:16 y Col 4:5Col 4:5. Resta por aclarar que «proclamamos» no es presente, sino aoristo Ingresivo.

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