Para reflexionar…(23/08/05) Luz y Belleza

«Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él» (1 Juan 1:5).

La luz es el sinónimo de todo cuanto es bello y glorioso en el universo de Dios, tanto en el reino material cuanto en el espiritual. Quizá la declaración más magnífica ya proferida está registrada en el libro de Génesis por Moisés: «Dios dijo, Haya luz: y hubo luz» (Génesis 1:3).

La luz es el símbolo más perfecto de pureza que nosotros podemos imaginar. Nosotros no podemos concebir  la posibilidad de su corrupción. La luz es la fuente de la belleza; no podríamos tener un concepto de lo bello sin la luz. Los colores del arco íris, la variedad infinita de colores de las flores, las variadas sombras en el cielo y en las florestas, los matices delicados en los plumajes de los pájaros, el rubor saludable en las mejillas humanas, la gloria del amanecer, el esplendor del atardecer del sol, todo eso y millares de otras manifestaciones de belleza son criaturas de la luz.

Nosotros, los hijos de Dios, tenemos también la misión de alumbrar el mundo. Dios es luz y necesitamos andar en Su presencia. Debemos, de igual modo, ser luz en todos los lugares y bajo cualquier circunstancia. Cuando dejamos la luz del Señor brillar en nosotros, tenemos comunión con todos y el nombre de Jesús es glorificado en nuestra vida.

Cuando decimos que somos de Dios pero continuamos andando en las tinieblas y practicando las obras obscuras del mundo, el brillo del Señor no es visto en nosotros, tornandonos mentirosos y  nos engañamos.

Que su vida, como la luz, pueda alumbrar y ataviar el mundo.

Paulo Barbosa Un ciego en el Internet