Auto-realización
Querida amiga:
¡Cómo pasa el tiempo! ya tenemos casi medio año escribiéndonos y parece que fue ayer cuando recibí tu primera carta. ¡Cómo nos ha ayudado esta correspondencia!
Ahora quiero comentarte otro problema que recordé ayer, cuando una amiga mía, con lágrimas en los ojos, me contó que alguien le dijo que era una fracasada, que no se había auto-realizado porque aún no se había casado.
Frecuentemente la gente piensa o dice que sólo en el matrimonio se realiza plenamente la vida de la mujer. Algunos llegan al extremo de decir que solo se realiza cuando tiene hijos. Y algunas mujeres están tan convencidas de esto que, como una compañera mía, llegan a decidir que si a los 30 no se han casado, de cualquier manera tendrán un hijo «para demostarle al mundo que soy una verdadera mujer». ¡Que triste!
Como te dije en otra carta, no lo niego, Dios instituyó el matrimonio para que los hombres y las mujeres se complementaran y reflejaran la imagen de Dios. Pero por otro lado, la Biblia nunca apoya la idea de que la mujer refleja la imagen divina y se realiza solamente en el matrimonio. Al contrario, hay pasajes en los cuales claramente vemos que la voluntad de Dios puede ser que algunas mujeres (como también hombres)permanezcan solteras para poder dedicar toda su atención, tiempo y talentos a él: «La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido» (1a Corintios 7:34). Y como tú y yo descubrimos con el estudio que hicimos, la autorealización se lleva a cabo cuando cumplimos el plan de Dios para nuestra vida, no cuando hacemos lo que la sociedad quiere o espera. Nuestra realización no depende de la escala de valores del mundo, sino de la divina: «El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará» (Mateo 10:39).
Desafortunadamente los humanos hemos puesto en primer lugar lo que para Dios ocupa el último lugar. Por ejemplo, el mundo dice: «Dime cuánto tienes y te diré cuanto vales». Dios dice: «No os hagáis tesoros en la tierra… sino haceos tesoros en el cielo» (Mateo 6:19,20). El mundo dice: «Lo que haces, determina lo que eres». Dios dice: «El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas» (Mateo 12:35). ¿Vesí Nosotros hemos puesto todo «patas arriba». Por eso todo nos sale mal y constantemente estamos insatisfechos.
Esto me hizo recordar a una amiga muy rica quien un día llorando, me dijo que todo cuanto tenía no le satisfacía, y eataba dispuesta a darlo todo con tal de encontrar algo que realmente llenara su vida. Entonces pensé: «¿Qué pasó con las promesas del mundo? dice que las riquezas te dan satisfacción y felicidad. ¡Todo es un engaño!».
No quiero irme al exremo y decirte que lo material no importa. Afirmar eso sería iluso; en el mundo tenemos necesidades materiales. Pero el problema surge cuando el hombre pone lo material en promer lugar y lo espiritual al último. Algunos ni siquiera toman en cuenta el área espiritual de su vida. Esto acarrea frustración, fracaso e insatisfacción. Originalmente el hombre fue creado para lo espiritual, es decir, para tener comunión con Dios su creador. Su relación con lo material sería de dominio. Pero ¿Qué pasó? como te dije, el hombre ha puesto todo «patas arriba». En lugar de dominar lo material, lo material lo domina a él.
Como te habrás imaginado, todo esto se lo compartí a mi amiga, y al final la reté diciéndole: «Bueno, ya ves lo que el mundo te ofrece, y lo que Dios te ofrece. Tú decides a quien vas a seguir y obedecer». Sus lágrimas desaparecieron, y una sonrisa afloró en sus labios. Se dió cuenta que, siendo una cristiana, no era una fracasada, sino al contrario, vivía en pleno éxito; ¡estaba obedeciendo la voluntad de Dios para su vida! Pues la voluntad de Dios es que creamos en su Hijo Jesucristo, y creyendo en Él tengamos vida eterna.
¡Qué alivio se siente cuando nos liberamos de las ligaduras esclavizantes de la escala de valores humana! Por supuesto, no es fácil. Sin embargo, depende de nosotras hacer la decisión de comenzar y persistir en una vida regida por la escala de valores divina.
Doy gracias a Dios porque tú y yo tenemos a Jesucristo como Salvador y Señor de nuestra vida, y Él nos ha liberado de la escala de valores del mundo. Hoy en día se habla mucho de la liberación femenina, pero estoy convencida de que la verdadera liberación sólo la encrontramos en Cristo. La libertad ofrecida por el mundo es sólo ilusión, en cambio: «Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres» (Juan 8:36)
Tu amiga.
Licda. Maryori Alvarado
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