Reflexionemos más a menudo en los múltiples dones que Dios nos otorga. En vez de lamentarnos por lo que nos falta o lo que no marcha bien, procuremos contar sus beneficios; sólo podremos confirmar que «Dios es amor".

       Todas las maravillas que nuestros ojos admiran en esta creación de extraordinaria riqueza ¿no son la prueba de que la misericordia de Dios es para siempre? Contemplemos los magníficos paisajes, las flores con miles de colores, los animales con sorprendentes instintos y todo lo que hace el encanto de la Naturaleza; todo esto viene de la sabiduría y del poder del Creador, a quien hemos de admirar y agradecer. 

       Él dotó al hombre de facultades que le permiten conocerle y estar en relación con él. Nuestro aliento de vida, nuestras capacidades intelectuales, los medios físicos de los cuales disponemos, nuestros sentidos afectivos, todo viene del Dios de amor. ¿Aprovechemos todos esos favores sin un pensamiento de reconocimiento y de adoración? No seamos ingratos, agradezcámosle, "Porque para siempre es su misericordia" (Salmo 107:1).