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11 de agosto de 2005
Lev?tico 10:1-11
1 Nadab y Abi?, hijos de Aar?n, tomaron sus respectivos incensarios, y después de poner en ellos fuego y echar incienso sobre Él, ofrecieron delante del SE?OR fuego extra?o, que Él no les hab?a ordenado. 2 Y de la presencia del SE?OR sali? fuego que los consumi?, y murieron delante del SE?OR. 3 Entonces Moisís dijo a Aar?n: Esto es lo que el SE?OR habl?, diciendo: «Como santo ser? tratado por los que se acercan a m?, y en presencia de todo el pueblo ser? honrado.» Y Aar?n guard? silencio… 8 El SE?OR habl? a Aar?n, diciendo: 9 No beber?is vino ni licor, t? ni tus hijos contigo, cuando entr?is en la tienda de reuni?n, para que no mur?is (es estatuto perpetuo por todas vuestras generaciones), 10 y para que hag?is distinci?n entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo limpio, 11 y para que ense??is a los hijos de Israel todos los estatutos que el SE?OR les ha dicho por medio de Moisís.
Lo santo y lo profano
A una mujer en Austria se le ocurri? un plan realmente malo para hacer de sus hijos unos h?roes. Y desafortunadamente lo llev? a cabo.
La mujer provocaba incendios en pequeños locales y luego llamaba a sus hijos bomberos para que ellos fueran los primeros en llegar a la escena. En la mente de ella, si sus hijos estaban un paso adelante combatiendo las llamas, ser?an el orgullo del Departamento de Bomberos de St. Stefan Ob Leoben.
Luego de la novena de dichas llamadas de mam? en el transcurso de un mes, los hermanos se convirtieron en más que un poco sospechosos. SÉlo fue cuesti?n de tiempo antes de que la mujer de 47 a?os de edad se ganara un arresto y una cita en el tribunal por su piroman?a.
En la Biblia encontramos a un par de muchachos que pensaron que deb?an encender un fuego. Pero al igual que la mujer en Austria, lo hicieron por la raz?n equivocada.
Nadab y Abi? escogieron un muy mal momento para ofrecer «fuego extra?o» a Dios (Lev?tico 10:1). El antiguo pueblo de Israel reci?n estaba saliendo de un per?odo de adoración idol?trica, y todav?a estaba rodeado de pueblos adoradores de ?dolos. Dios sab?a que la amenaza del sincretismo (la combinaci?n de la adoración a Dios con pr?cticas paganas) era una chispa que tan sÉlo estaba esperando prenderse.
Al rechazar la manera cuidadosamente elaborada de Dios de aproximarse a un Dios santo, Nadab y Abi? provocaron la ira de Dios sobre ellos. El fuego purificador de Él destruy? la terquedad de ellos antes de que se propagara a los demás. En opini?n de Dios, ambos hombres hab?an hecho lo que les hab?a parecido, causando que las l?neas entre lo santo (las maneras de Dios) y lo profano (los caminos del hombre) se hicieran borrosas.
Hoy, al igual que en los días del antiguo Israel, Dios –y sÉlo Dios– es el iniciador de nuestra salvaci?n. No se trata de nosotros. Es la manera de Dios. Nosotros sÉlo respondemos a su gracia.
Tomarnos el cr?dito por nuestra propia salvaci?n, o por la de otras personas, es un incendio falso y grave. Tenemos que darnos cuenta de que es por la gracia de Dios que hemos sido salvados (Efesios 2:8). Él ilumina la llama de nuestro corazón por medio de su Espíritu Santo.
A través de la fe podemos conocer el regalo que Dios nos ha dado, y distinguir entre «lo santo y lo profano» (10:10). –TF
destino
?Por qué es tan importante para m? entender que Dios es el iniciador de mi salvaci?n? ?C?mo es que algunas veces lucho para comprender lo que es «santo» y lo que es «profano»?
en resumidas cuentas: la salvaci?n comienza y termina con Dios.
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