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Triunfo sobre la ansiedad
¿Qué es lo que más le preocupa a usted? ¿Su salud, su familia, sus finanzasí Aunque creemos que nuestro Padre celestial se interesa por nosotros y que Sus promesas son seguras, a menudo nos seguimos preocupando.
Es importante que distingamos entre ansiedad y preocupación legítima. Tenemos que tener un verdadero sentido de responsabilidad para que podamos llevar nuestras cargas y corregir las cosas que deban ser arregladas. Pero la angustia es más que eso: es un veneno corrosivo que consume nuestra confianza en Dios. ¿Qué podemos hacer al respecto?
Necesitamos estar conscientes de la diferencia que hay entre ser un creyente en Jesús y un seguidor de Jesús. Un creyente es alguien que ha puesto su fe en el Señor para salvación y que ha recibido la salvación. Un seguidor va más allá de eso y conoce y obedece a Dios.
Cuando eso sucede, nos volvemos cada vez más entendidos en cuanto a la Palabra de Dios y a la naturaleza de nuestro Padre celestial y de su interés por nosotros. Cuando llegamos a estar plenamente convencidos de que nuestro Dios es tan bueno y tan amoroso como lo describe la Biblia, evitaremos sin duda toda angustia.
Por las Escrituras sabemos que nuestro Padre celestial está al tanto de todas nuestras necesidades, preocupaciones y deseos, y que nos ordena que no debemos angustiarnos. ¿Le ordenaría Dios que hiciera algo sin capacitarle para ello? ¡Claro que no! Él quiere su confianza, y si se lo permite, le demostrará que la angustia es innecesaria.
na vez que somos conscientes de que la ansiedad destruye la confianza en nuestro Padre celestial, y en lo mucho que Él está dispuesto a librarnos de ella, tenemos que cooperar con Él. Hay algunas fuentes comunes de ansiedad que podemos evitar.
Una cosa que podemos hacer, es no dar atención a las personas negativas. Hay muchos circuladores de desgracias y desánimo; todos podemos pensar en diversas fuentes de tales pensamientos negativos, y podemos dar los pasos para evitarlas, ya sean nuestros vecinos o los noticieros de radio o TV que nos hunden en el desánimo. No tenemos que escuchar las cosas malas sólo porque hacen ruido.
Algo más que debemos evitar es atesorar tesoros en la tierra. Cuantas más cosas amontonemos de este mundo, más nos angustiaremos por lo que pudiera ocurrirles a nuestros bienes.
O seremos vencidos por lo material, o dominados por lo espiritual. Como dijo Jesús, serviremos, o a Dios, o a las riquezas. Para evitar servir al amo equivocado, debemos deliberadamente decidir de buscar primero el reino de Dios y su justicia (v. 33). Esto significa que debemos buscar la justicia y el sometimiento a la voluntad de Dios, a medida que Él nos conforma a la imagen de Cristo.
Ésta es la manera cristiana de vencer la ansiedad. Poner primero los intereses de Dios resulta en que nuestras necesidades sean cubiertas. Él ha prometido que todas estas cosas nos serán añadidas. Cuanto más le demos a Él el primer lugar, menos lugar tendrá la ansiedad en nuestras vidas.
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