Sin Mi Nada Podéis Hacer

«el que permanece en mi, y yo en Él, Éste lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podéis hacer» (Juan 15:5).

Como nos sentiríamos si nuestro cónyuge, necesitando de algo para la casa, va hasta el vecino más próximo y conseguiese dinero para los gastosí Y si nuestro hijo, necesitando de ayuda, buscase siempre otra persona y no a nosotrosí Ciertamente eso entristecería nuestro corazón. Eso es exactamente lo qué hacemos con Dios cuando buscamos encontrar en el mundo nuestras necesidades personales.

Es cual si estuviésemos diciendo: «Señor, Tu no me satisfaces y no sabes lo que es mejor para mi. Voy a conseguir lo que quiero por mi mismo.»

Y que hemos conseguido cuándo actuamos de esa manera?

Cuando rechazamos a Dios y juzgamos que somos autosuficientes para resolver todos nuestros problemas, acabamos cerrando las puertas para el amor del Señor y
derramarlo de Su preciosas bendiciones. Dios nunca se aleja de nosotros y ni rechaza nuestras peticiones. Es el hombre, con sus vanidades e indiferencia, que de Él se aleja cual si de nada precisase del Señor.

Trabajar bajo la protección y dirección del Señor da mucho más placer. Buscar la conquista y realización de nuestros sueños agarrando  las manos de Jesus nos da mucho más confianza y tranquilidad. Tener alguien al lado que entiende nuestros problemas y fracasos cuando las victorias cuestan llegar fortalece nuestra fe y nos da más vigor para comenzar todo de nuevo. Si, precisamos del Señor. No hay gracia alguna en andar lejos de Él!

Seamos sabios y prudentes. Busquemos colocar todos los nuestros anhelos e ideales en el altar de Dios para no correr el riesgo de, más adelante, arrepentirnos y
constatemos que mucho tiempo de nuestra vida fue perdido en la tentativa de encontrar nuestras bendiciones en caminos desconocidos y inciertos.

En Cristo estaremos plenamente seguros y realizados.

Paulo Barbosa