DEVOCIONAL – ¿SE DEBE PRÁCTICAR LA PENA DE MUERTE?

«Entreguen ahora a esos malvados de Guibeá, para que los matemos y eliminemos así la maldad en Israel. Pero los de la tribu de Benjamín no quisieron hacerles caso a sus hermanos israelitas» (Jueces 20:13)

¿Qué pasa cuando sembramos maíz u otra cosa, y no quitamos la plaga? ¿Qué pasa cuando hay un mal elemento en una institución y no lo expulsamosí ¿Qué sucede cuando no corregimos el mal? Hace daño.

La negativa de Benjamín de acceder a la extradición de los culpables provocó, de parte de las otras tribus, una declaración de guerra santa. Al parecer, de este modo se hacía constar claramente que Israel tenía el deber de extirpar el vicio a toda costa, incluso aunque esto supusiera el exterminio de una tribu. Israel, en efecto, no podía sobrevivir si el crimen quedaba sin castigo. (RV95)

¿Debemos poner la pena de muerte a todo asesino e inmoral que infringe la ley?. No, necesariamente. Considere la historia judicial de nuestra América Latina. Cada país tiene su legislación y su idiosincrasia.

Es un arma de doble filo, la pena de muerte y quitar el mal a la fuerza; pero hay sucesos como el de éste capítulo, que lo justifica. Además, los líderes consultaron a Jehová, y Él los orientó a castigar el mal.

Matthew: Dios deseaba, corregir los pecados de Israel. Israel mostraba mucho celo contra la fechoría de Guibeá, pero ¿No tenían ellos muchos pecados contra su Diosí Algunos opinan que Dios les reprochaba el no haber mostrado el mismo celo contra la idolatría de Micá y los danitas.

Cada autoridad civil, militar? esta al servicio de Dios «Pero si haces lo malo, teme, porque no en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para hacer justicia y castigar al que hace lo malo» (Romanos 13:4) El problema radica cuando la autoridad se hace de «la vista gorda» con nepotismo e influye para el mal. Ore para que sigamos concienciando a temer a Dios y ser justos con el prójimo.

REFLEXION:

«¿Quieres pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y serás alabado por ella» (Romanos 13:3b)