No nos oponemos a la verdadera ciencia, muy útil en su esfera, sino a la «falsamente llamada» ciencia, que somete a Dios y a su revelación al razonamiento humano. En efecto, el hombre ya no está como fue creado, pues se sustrajo a la autoridad de su Creador. No puede pensar correctamente en cuanto a Dios, al universo, al destino del alma después de la muerte, etc. Para conocer el pensamiento de Dios, es preciso que uno se vuelva hacia Dios por medio del arrepentimiento y reciba la revelación que él nos dio en la Escritura.

       ¡Cuán insignificante se ve el esfuerzo humano frente al maravilloso y gran universo! Con la Palabra de Dios se puede concluir: «Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive" (Salmo 39:5).

       Y hasta aquí, esto se refiere sólo a la primera creación. Las Sagradas Escrituras nos enseñan que exite otra, una nueva creación, de la cual ya forman parte todos aquellos que por gracia y mediante la fe han recibido la vida divina, la vida eterna. Nada podrá turbar ni arruinar esta nueva creación (2 Corintios 5:17).