Dijo Dios: Produzca la tierra animales de la tierra según su especie.
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. Génesis 1:24-26.

Los animales terrestres y el hombre creado a la imagen de Dios (6)

       El primer libro de la Biblia hace una muy clara distinción entre la formación de los animales terrestres por una parte y la creación del hombre por otra. Si la creación de estos animales terrestres manifiesta nuevamente la sabiduría del Creador, sólo del hombre está dicho: Y creó Dios al hombre a su imagen y sopló en su nariz aliento de vida (Génesis 1:27; 2:7). El hombre no es, pues, un animal evolucionado, sino el resultado de un particular acto del Dios creador.

       Hoy se nos quiere hacer creer que el hombre no fue hecho a la imagen de Dios, sino, al contrario, a la imagen del animal. Quizá sea una de las razones que hace que se pierda cada vez más el respeto al prójimo. Se tiene en poco la vida humana; los crímenes, los actos terroristas se multiplican y las guerras no cesan. En algunos países la gente, acorralada en campamentos, es tratada como animales.

Sin embargo, el ser humano tiene la dignidad de una criatura altamente privilegiada. Sólo él posee facultades espirituales que le permiten entrar en relación con aquel que le creó y conocer no sólo su poder y su sabiduría, sino también su amor. Porque ese gran Dios creador ha llegado a ser nuestro Dios Salvador, cuya gracia se ha manifestado para salvación a todos los hombres (Tito 2:11), en tanto que, como Dios creador, todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos (Eclesiastés 3:11).