Cristo resucitó. ?Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella? (Mateo 28:2). La tumba estaba vacía, Cristo había resucitado.

       Dos terremotos: uno anunciaba la muerte de Jesús, el otro su resurrección. Dos verdades fundamentales que serían el tema del discurso de Pedro el día de Pentecostés: ?Jesús nazareno? a éste? prendisteisí crucificándole; al cual Dios levantó? (Hechos 2:22-24). Asimismo, el apóstol Pablo escribiría a los romanos: ?Creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación? (Romanos 4:24).

       Dios, quien no quiere la muerte eterna del pecador, atrae nuestra atención sobre estos extraordinarios hechos: la tierra tembló, el velo del templo se rasgó en dos, unos muertos resucitaron y un ángel removió la piedra del sepulcro. Estos hechos también interpelan hoy a todo lector del Evangelio. ?Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo? (Romanos 10:9).