Una respuesta divina contra todo pronóstico

El día que le prestó una buena cantidad de dinero producto de la venta de su vivienda, jamás imaginó que aquél anuncio de Sólo será por una semana, se iba a convertir en meses hasta llegar a ser un año. Ahora estaba junto con su esposa y sus hijos, a las puertas de ser despedido del empleo y sin dinero para asegurar la renta. Debí haber comprado una nueva casa y no prestar ese dinero, se repetía con insistencia.

Ya no había nada qué hacer. Siempre recibía la misma respuesta: Los negocios han ido mal, por eso no he podido ponerme al día. Apenas supere esta crisis te doy todo el dinero que te adeudo. Pero él sabía que esa promesa difícilmente se convertiría en realidad.

Quienes conocieron el caso le ofrecieron múltiples opciones. Uno –con visible instinto agresivo– propuso quitarle la vida al deudor. Otro más visionario, sugirió embargarle hasta el último cobertor de la vivienda. Alguien dijo que lo mejor sería protagonizar escándalos, cada vez que lo viera, hasta obligarle a pagar. Una mujer de la congregación se limitó a recomendar: Pídale a Dios un milagro.Y lo hizo. Dios era su salida en momentos como aquél. Junto con su familia comenzaron a pedir la intervención del Altísimo. La respuesta se produjo tres semanas después. Llamaron a su casa un domingo, pasadas las seis de la mañana. Quería informarle que tramitaba un préstamo bancario para pagarle. En tres días te doy lo que debo, le dijo antes de cortar la comunicación telefónica. Y así fue. Pagó hasta el último centavo.

¿Ocurren los milagrosí Por supuesto que sí. Dios sigue obrando con tanto poder ahora como lo hizo ayer.

Hace varios siglos cuando el profeta Eliseo salió con varios hijos de los profetas en Gilgal, en Palestina, unos salieron a recoger algo de comer en el campo. Con calabazas prepararon para todos algo de comer. Cuando pasaron el primer bocado, alguien advirtió: –¡Hombre de Dios, hay muerte en esa olla! Y no se lo pudieron comer. Entonces Eliseo dijo: Traed harina. La esparció en la olla y dijo: Da a la gente para que coma. Entonces el criado les sirvió, ellos comieron y les sobró, conforme a la palabra de Jehová (2 Reyes 4:38-44).

La intervención de Dios rompe no solo cualquier esquema, generalmente cuando creemos que todo está perdido y no hay nada que hacer, sino que también está por fuera de cualquier lógica. Los milagros ocurren cuando clamamos al Señor con fe, dejando de lado toda sombra de duda.

Es probable que necesite hoy un milagro. Vuelva la mirada al Dios de poder y de gloria en Quien hemos creído. No importa que a su alrededor digan que es imposible. Para Él todo es posible. ¿Qué pierde con intentarlo? Sin duda nada. Entonces, ¿por qué no comienza a clamar por ese hecho portentoso en sus finanzas, en su salud o quizá en su relación familiar ¡La respuesta vendrá!.

Fernando Alexis Jiménez