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Filipenses 3:1-11

Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganacia. Filipenses 1:21

Isaac Asimov cuenta la historia de una difícil travesía por el mar durante la cual un tal señor Jones se puso muy mal. En un momento especialmente malo, una afable azafata le dio una palmadita en el hombro y le dijo: Señor, se que le parece horrible, pero recuerde: nadie se ha muerto nunca de un mareo... El señor Jones levantó su rostro verdoso mirando a la preocupada azafata y contestó: No me diga eso. Lo que me mantiene vivo es la maravillosa esperanza de morir.

En la palabras de Jones hay más que un toque de ironía. Yo escucho un eco de las palabras de Pablo a los filipenses. Él dijo lo que sostenía (Filipenses 1:21-23). Sin embargo, él no estaba buscando alivio a su sufrimiento solamente. La esperanza de Pablo estaba arraigada en Cristo, quien murió en la cruz por los pecadores, resucito de la tumba, ascendió al cielo, y un día iba a llevar a Pablo a Su presencia.

¿ De qué manera esta esperanza de ver a Crisro, ya fuera en la muerte o en el regreso del Señor, sotenía a Pablo? Daba significado a cada momento. Le daba una razón para vivir por Cristo. También le daba un incentivo para centrarse en quienes necesitabab su aliento. Pablo había llegado a conocer a Cristo como su propia  vida.

Padre, gracias por el Cristo resucitado, nuestra razón de vivir.

LOS QUE ESTÁN PREPARADOS PARA MORIR SON LOS QUE MEJOR PREPARADOS ESTÁN PARA VIVIR.