Para reflexionar…(04/04/06)
Tesoro de Amor

«Entonces Jesís, mir?ndole, le am?, y le dijo: Una cosa te
falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres,
y tendr?s tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu
cruz» (Marcos 10:21).

Charles Spurgeon, el gran predicador ingl?s, fue una vez
invitado por un hombre rico para ir a orar en una cierta
iglesia rural, con el objetivo de ayudar la comunidad a
levantar recursos para saldar una deuda. El hombre dijo a
Spurgeon que Él tenía libertad para usar su casa de campo,
la casa de la ciudad o mismo la casa de la playa. Spurgeon
escribi? de vuelta, diciendo el siguiente: «Venda una de las
casas y pague la deuda usted mismo.»

La mayor dificultad que todos nosotros tenemos es de
compartir aquello que poseemos con otras personas. Tenemos
buenas intenciones, sugerimos buenas alternativas,
colocamonos a la disposici?n para participar de eventos,
pero en el momento en que es necesario utilizar nuestros
propios recursos en prol de alguien o de una comunidad,
relutamos y hasta desandamos en nuestro propósito inicial.

Hay una cultura en el mundo de hoy que dice que somos
felices cuando tenemos muchas cosas. Hallamos mismo que
cuanto mayor sea nuestro patrimonio, mayor ser? nuestra
felicidad. ¿Será eso verdad? ¿Seráamos más felices guardando
diez camisas en el armario de lo que compartiendo una o dos
con una persona amiga qué no tiene ninguna?

Recuerdo a la vez, hace muchos a?os, cuando yo, que
trabajaba como misionero voluntario y sin salarios, recib?
de una persona amiga una oferta de grande valor. La persona
lleg? y coloc? en mi bolsillo de la camisa una nota de 500
cruceros. Como me puse feliz. Al final de la reuni?n un
amigo se ofreci? para llevarme en su coche hasta la estaci?n
de las barcas donde rumaria para Niter?i y después tomar?a
un autob?s para mi casa en S?o Gon?alo. Llev? también otra
amiga, esposa de un portero de edificios que, o?, comentaba
con Él algunas dificultades financieras. Inmediatamente el
Espíritu me toc? y cog? aquella nota de 500 cruceros y
entregu? para aquella señora. Puedo asegurar a todos que la
felicidad en aquel momento fue infinitamente mayor que la
del momento en que la recib?.

Quiz? no necesitemos dar nuestro dinero, o nuestra casa o
nuestro coche, pero un poco de amor, cari?o y atenci?n para
alguien que de ellos necesiten.

D? un poco de lo que usted tiene y usted ser? bien más
feliz.

Paulo Barbosa
Un ciego en el Internet
Autor de los libros(en Portugués): Despertando Para
Misiones, Mensajes Para el Corazón y Un Rayo de Sol Para
Días Sombríos
[email protected]
¡Sonría, Jesus te ama!

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