Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié» (Isaías 55:10,11).
ESTO es lo que la Palabra de Dios pone en nuestras manos. La lluvia y la nieve que Dios envía sobre la tierra da nutrientes a las plantas y éstas producen las semillas que el campesino lleva a su granero para que tenga qué sembrar el año siguiente, y qué poner en su mesa, para que su familia tenga qué comer.
Pero entendamos bien la figura, aquí la frase: así será mi palabra no se aplica directamente a la semilla como en otros pasajes (Lc. 8:11), sino a la lluvia y la nieve que riega la tierra, y la hace germinar y producir. Esto nos dice que, entre la provisión de Dios (lluvia y nieve) y lo que llega a nuestras manos (semilla y pan), está el trabajo de cultivar y cuidar la tierra: ahuyentando las aves que pueden arrebatar la semilla, quitando las piedras que impedirán que eche raíces profundas y eliminando las yerbas que robarán sus nutrientes.
Hermanos: tenemos en nuestras manos una Biblia y las bendiciones de Dios se derraman en nuestras vidas, pero, para obtener semilla para sembrar, es decir, un mensaje qué compartir, y pan para comer, es decir, el alimento necesario para nuestro crecimiento en el Señor, ¡necesitamos trabajar!
Por tanto: No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos (Gá. 6:9).
Es esposo de la mejor mujer, padre de 2 hijos maravillosos, pastor y director de Desafío Joven. En los últimos 12 años ha trabajado con jóvenes, padres y líderes juveniles. Estudio en Rhema Bible Training Center. Su servicio con la palabra de Dios se ha extendido por más de 27 países en 13 idiomas. Es director ejecutivo y consultor de varios ministerios cristianos, desarrollando conferencias, cursos bíblicos, libros, estudios, devocionales, vídeos y recursos para la vida espiritual.
¿CUÁL MANO TUVO LA CULPA?
por el Hermano Pablo
Fueron dos manos juntas, dos manos de la misma sangre, unidas firmemente. Pero no eran manos unidas en oración. Esas dos manos empuñaban juntas un revólver. Y juntas dispararon el arma.
El problema del jurado era decidir qué dedo, de cuál mano, fue el que apretó el gatillo. Porque ambos hermanos, Jesse Hogan y su hermana Jean, habían matado a la enfermera Ana Urdiales. El jurado decidió, por fin, que fue el dedo de Jesse el que apretó el gatillo. Así que condenaron a Jesse a muerte.