Toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho. Lucas 23:48.

El espectáculo de la Cruz

Algo ocurría a las afueras de Jerusalén: tres hombres acababan de ser crucificados, pero la notoriedad de uno de los condenados atrajo una multitud a «este espectáculo». Se enumeran varias categorías de espectadores:

Un centurión.

Este capitán vigila el desarrollo de la ejecución. Varias veces había oído hablar de Jesús y ahora observaba su actitud. Mientras tanto, el cielo se oscureció y la tierra tembló. El centurión quedó muy impresionado, pues en este crucificado no discernía a un malhechor sino a un hombre justo que moría injustamente. Luego, reconoció que era el Hijo de Dios (Mateo 27:54).

La multitud.

No podía permanecer indiferente ante semejante espectáculo. Todos volvieron a su casa «golpeándose el pecho». La emoción alcanzó su colmo, ¿pero qué quedaría de ella? Aún hoy, muchos se impresionan al escuchar ciertos cantos religiosos, otros por la devoción de los cristianos o por la valentía de Jesús ante sus verdugos. Pero se detienen allí y pocos lo reconocen como el Hijo de Dios.

Amigos y familiares.

Acompañaron impotentes a Aquel a quien amaban. Lo vieron sufrir injustamente, lo oyeron, no quejarse, sino manifestar amor. Sólo desearon una cosa: permanecer cerca de él, acordarse de lo que fue e hizo por ellos. Son el ejemplo de aquellos que aman al Señor Jesús.

Dios. No es nombrado, pero asistió a la escena. Su Hijo fue clavado «por manos de inicuos». Desea que los cristianos recuerden juntos esta muerte cada domingo.

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