En esa solemne ceremonia, el alto dignatario no temió emplear varias veces la palabra ?arrepentimiento? para evocar y condenar una actitud y hechos antiguos de más de cincuenta años.

       Esta toma de conciencia colectiva y la confesión que la acompañaba recuerdan oportunamente que una falta cometida sigue estando presente mientras no intervenga esa petición de perdón que corresponde al ?arrepentimiento?. Aunque esta palabra desaparezca de algunos diccionarios por ser «anticuada», el paso del tiempo no borra las malas acciones.

       Del mismo modo, recordemos dos aspectos importantes del arrepentimiento: el primero recuerda que ante Dios la responsabilidad humana es individual antes que colectiva. Cada ser humano es invitado a reconocer su culpabilidad personal.

       En segundo lugar, esta confesión no se debe hacer sólo ante las personas a quienes hemos perjudicado, por ejemplo un cónyuge, sino que cada una de nuestras faltas es primeramente un pecado contra Dios, y por ello debemos pedirle perdón. El cambio de conducta confirmará nuestro arrepentimiento.