La Biblia dice que los que se habían reunido para la ascensión de Cristo, estaban «con los ojos puestos en el cielo». ¿Se imagina usted lo que estuvieron pensando? No importa lo que fuera, Dios sabía que en ese momento necesitaban esperanza y dirección.

Dos ángeles aparecieron y les dijeron: «Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1:11).

Al irse cada uno a su casa, las últimas palabras de Cristo hacían eco en sus mentes: «Y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8). Habían oído las palabras de Cristo y comprendido su deseo. Pero fue necesario que un par de ángeles los instara a dar el paso siguiente.

No se deje desanimar por los engaños del mundo. Lo que usted ve como el fin, Dios lo ve como el comienzo brillante y glorioso.
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