DEVOCIONAL DIARIO: NO TE ATREVAS A DESAFIAR A DIOS

«Y salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, todo era cadáveres. Entonces Senaquerib, rey de Asiria, se fue y se estableció en Nínive» (Isaías 37:36-37).

Imagínese que un solo Ángel mató a ciento ochenta y cinco personas. ¡Qué poderosos son los ángeles! ¿Verdad? No son ingenuas y débiles criaturas, ni seres alados que tocan el arpa; son inteligentes y poderosos para ejecutar las órdenes de Jehová.

Senaquerib blasfemó y menospreció al Dios vivo y Todopoderoso; no sabía con quién se estaba metiendo. Su orgullo y soberbia fueron contraatacados por la oración genuina y poderosa del rey Ezequías, quien denunció al Señor la amenaza de este impío rey que quiso ser amo y señor de Judá y sus alrededores.

El autor Matthew dice: Ezequías tomó la carta de Senaquerib y la extendió en la presencia de Dios, sin hacer más quejas… se dirige en humilde oración. Respuesta que Dios le da por medio de Isaías, prometiéndole que pronto habría un cambio feliz en la marcha de los asuntos. El inmediato cumplimiento de esta profecía en la ruina del ejército asirio y el asesinato del propio Senaquerib.

Dios, que no está dormido, le envía un mensaje profético por medio de Isaías: «No entrará en esta ciudad ni arrojará saeta en ella; no vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte. Por el camino que vino volverá y no entrará en esta ciudad», dice Jehová. «Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla».

El Ángel de Jehová, una manifestación divina, mata a 185 mil asirios. Senaquerib salió avergonzado; posteriormente, sus hijos lo mataron y le arrebataron el poder. ¡Qué final trágico tuvo este rey! Cuidado con airarte contra Dios. ¿Quién eres tú para dudar de su poder? ¿Acaso eres más sabio que Dios? ¿Por qué no mejor humillarte ante Dios y reconocerlo como tu Salvador? Ora por nosotros.

ORACIÓN:

Señor, perdona mi pecado, reconozco tu poder, salva mi vida y guíame a adorarte siempre…

Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir (Ap. 1:4ª) Amén.

Ciertamente, vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús (Ap 22:20). Amén.

Martha

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