“Así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Enmienden su conducta y sus acciones, y yo los dejaré seguir viviendo en este país. No confíen en esas palabras engañosas que repiten: ¡Éste es el templo del SEÑOR, el templo del SEÑOR, el templo del SEÑOR! (Jeremías 7:3-4NVI)

Hay templos que son una maravilla, en arquitectura, estética, arte, diseño y acabado. Pero Dios, está más interesado en nuestra vida que en los lujosos templos, que son una paradoja a nuestra realidad. Mientras hay que mantener lujosos templos con artes e imágenes, hay millones de niños que se mueren de hambre, ¡qué ironía!

El texto en meditación menciona el templo de Dios, con la creencia que era sagrado e intocable; la advertencia de falsos profetas, gente que hacia de la religión un comercio. Dios no escucha oraciones de personas que engañan.

Estas palabras, repetidas casi como una fórmula mágica, denuncian la falsa confianza que el pueblo había depositado en el Templo. De nada vale vivir a la sombra de un glorioso santuario, si no se practica la justicia y no se observan los mandamientos del Señor. (RV95)

El templo del creyente es su cuerpo, para adorar al Señor y si hay templos o edificios hechos por el hombre, estos deben ser para adorar a Dios, sin tanto lujo y acabados, dando más importancia a la persona y su necesidad que a estéticos y lujosos bienes materiales.

Es injusto y una vanagloria, tener dinero para malgastarlo en templos llamados iglesias, mientras no se le da un sueldo decente a su Pastor. ¿Cómo es posible decir que amamos a Dios, y no servimos al prójimo en necesidad?

El templo debe cumplir su función de adorar a Dios, ser un lugar santo de enseñanza y predicación de la Biblia, bien aseado no una pocilga, sino un lugar decente. Del templo salimos a amar a Dios y servir a todos

Hoy busque a Dios para adorarlo. Su espiritualidad debe crecer cada día.

REFLEXIÓN:

¿Practican la Biblia en tu Iglesia o engañan a la gente?