Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito. Salmo 147:5.

Será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. Lucas 1:32.

¡Grande es nuestro Señor!

Aunque nacido en un establo, fue grande por su origen: nació en la familia del rey David, fue aclamado por los ángeles y adorado por los magos.

Fue grande en su infancia: al ir creciendo en sabiduría y en estatura, se hizo agradable a Dios y a los hombres.

Fue grande en su adolescencia: a los doce años de edad, sentado en medio de los maestros judíos, los escuchaba y contestaba con inteligencia a sus preguntas. Supo ocuparse en los negocios de su Padre celestial, sin dejar de sujetarse a sus padres.

Fue grande al principio de su ministerio: cuando fue bautizado por Juan en el Jordán, su Padre reivindicó su gloria, al decir: ?Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia? (Mateo 3:17).

Fue grande cuando honró la Palabra de Dios, cumpliéndola perfectamente; también fue grande cuando venció al diablo con esta Palabra (Mateo 4:1-10).

Fue grande cuando mandó a los vientos y al mar, cuando sació con pan a la multitud, cuando sanó a los enfermos y resucitó a los muertos. Fue grande en su enseñanza llena de autoridad y sabiduría, fue grande en el monte de la transfiguración. También fue grande en su humillación y mansedumbre, en sus palabras de gracia y ternura para con los débiles y oprimidos.

Fue grande en su victoria sobre la muerte, grande en su poderosa resurrección, grande en su ascensión. ?Dios mío, mucho te has engrandecido? (Salmo 104:1).