EL PRINCIPIO DE LA  CONCIENCIA

Hay aún otra persona que debe ser tomada en cuenta cuando es necesario hacer decisiones respecto a ciertas actividades. Esa otra persona eres tú mismo. Allá en lo más hondo de ti mismo, ¿cómo realmente te sientes en cuanto a esa actividad en particular? ¿Te sientes tranquilo con tu participación en ella? ¿Estás honestamente convencido de que es correcto hacerla?

De acuerdo a la Biblia,tu propia conciencia es importante, y debe ser tomada en consideración. Romanos 14:22 dice: "¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba." En Hechos 24:16 se registran las palabras del apóstol Pablo: "Por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ente Dios y antes los hombres.

Desde luego, la Biblia nos dice claramente que hay ciertas cosas que son malas; por ejemplo, mentir, robar desobedecer a los padres, etc. No hay necesidad de consultar a la conciencia en cuanto a estas cosas. Sabemos que son malas por cuanto Dios dice que lo son. La inquietud surge en torno a ciertas cosas que no son mencionadas en la Biblia . Cuando eso ocurre, el principio de la conciencia es de gran ayuda para decidir.

Supongamos que la conciencia te dice que no hay que hacer ciertas cosas, y sin embargo, de todas maneras las haces. ¿Se ha hecho realmente daño a alguien? Sí. De acuerdo a Romanos 14:23: "todo lo que no proviene de fe, es pecado." Esto quiere decir que si haces algo que tu conciencia te dice que no debes hacerlo, estarás pecando contra tu propia conciencia.

Cuando lastimas tu propia conciencia, haces daño también a tu vida de oración. ¿Cómo? Por cuanto el sentimiento de culpa interfiere en tu relación con Dios. El apóstol Juan escribió: "Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéramos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él" (1Juan 3:21,22).

Es maravilloso tener la conciencia limpia. Solo así se puede disfrutar de una relación íntima con Dios. No sacrifiques tu conciencia sólo por ir a alguna parte o hacer alguna cosa. No vale la pena.