"Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde esta el Espíritu del Señor, allí hay libertad." 2 Corintios 3:17

La condición actual del mundo nos hace ser prisioneros dentro de un universo aparentemente libre.  Las personas no se sienten prisioneras porque no tienen un espacio físico limitado.  Pueden ir a donde quieran, con quien quieran y hablar lo que quieran.  Sin embargo, nuestras almas están prisioneras dentro de un mundo lleno de maldiciones, problemas, desengaños, depresiones, egoísmo, odio y sobre todo apartado de Dios.

El mundo y sus aflicciones nos va envolviendo tal cual momia en sus telas de dolor y llanto.  Nuestras manos físicas estarán libres pero nuestras almas atadas a cadenas con una condena de por vida.

Cuando aceptamos que Cristo sea nuestro abogado y libertador esas cadenas son destrozadas por las fuerzas del amor, el perdón y la restauración.  Cuando permitimos que Cristo more en nosotros experimentamos la paz mas maravillosa que jamás hayamos tenido.
Nuestras almas correrán libremente por el sendero de la justicia.  Jugaran con las manifestaciones de la paz.  Compartirán los pensamientos del amor.  Se purificaran con las aguas cristalinas del perdón.

La libertad que Cristo nos da sobrepasa todo entendimiento.  No hay palabras humanas para describir el sentimiento reparador y de armonía que ella nos da.

Pruébalo en tu vida.  Pídele a Dios que llene tu vida de paz, amor y sobre todo libertad.

Dios les Bendiga.


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