¿FRACASO?
Es muy fácil ceder a la tentación de bajar los brazos y darnos por vencidos. Nuestro tránsito por la vida nos conduce por caminos diversos, es cierto. Los Beatles cantaban: «Muchas veces he estado solo / Y muchas veces he llorado / De cualquier forma tú nunca sabrás / Los muchos rumbos que he tomado / Pero todos ellos me devuelven / Al largo y sinuoso camino».*
Pero… ¿qué ocurre cuando todo parece haber terminado? Y no me refiero al logro de metas, la conclusión de etapas o ciclos, u otros aspectos positivos en la senda de la realización. Hablo de aquellas situaciones que tienen apariencia de terminales pero que en realidad… ¡en realidad constituyen retos para nuestra fe!
La experiencia confirma que la frustración generada por un fracaso puede ejercer un peligroso efecto paralizante, situación que nos puede llegar a hacer creer que ya no hay más salida, que no hay solución, que todo se acabó.
Lo sabe quien experimenta la separación y el divorcio matrimonial.
Lo sabe quien atraviesa el quiebre económico de su negocio.
Lo sabe quien vive el despido y el continuo deambular en busca de una oportunidad laboral.
Lo sabe quien sufre al pensar en las oportunidades y el tiempo que ha perdido.
Lo sabe quien se lamenta por haber tomado decisiones incorrectas.
Y así podríamos continuar enumerando distintas derrotas, hayan sido el resultado de nuestros errores o por las acciones de otras personas. La lista podría ser tan amplia como vasta es la experiencia humana.
Yendo en contra de la corriente común de pensamiento – que suele privilegiar la seudo-satisfacción individual en la inmediatez del aquí y el ahora, cuyos beneficios siempre son temporales – mediante estas líneas quiero animarle a dejar a un lado la autocompasión, ir más allá de la situación que experimenta, y enlistar todas sus energías en la búsqueda y el inicio de un nuevo punto de partida para su vida.
Jesucristo
dijo: «Yo soy el que da la vida y el que hace que los muertos vuelvan a vivir. Quien pone su confianza en mí, aunque muera, vivirá. Los que todavía viven y confían en mí, nunca morirán para siempre. ¿Puedes creer esto?». Juan 11.25 (TLA).
Para la eternidad, es cierto… ¡pero también para esta vida!
¡Buen Fin de Semana!
CRISTIAN FRANCO
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