Una gran inundación destruyó completamente tanto la casa donde moraba como el local donde cierto hombre almacenaba todo que había cogido de su pequeña plantación.  Él perdió, en pocas horas, todo lo que había construido en muchos años de su vida.  Él no sabía lo que hacer y como cuidaría a su familia de allí para la frente.  No tenía más nada en el mundo.  A pesar de desolado, permaneció en el local aún por mucho tiempo, esperando que las aguas bajasen.  Ha sido allí, escenario de su ruina, que el hombre, con el corazón partido y desencorajado, percibió algo diferente que estaba a la muestra en una excavación hecha por el agua.  "Parece oro," dijo él.  Y era mismo oro.  ¡La inundación que lo había tornado pobre lo transformó en un hombre muy rico!

Está cuidando a nosotros.  Él nos ama y jamás nos dejará desamparados.  Repare bien si por bajo de las tormentas que le asolaron este año no aparece el brillo dorado de las bendiciones que el nuevo año le traerá.  No desaliente jamás.
Las tempestades y crisis pasan.  La obscuridad de la noche luego da lugar al brillo encorajador del día.

—
Devocionales Cristianos www.devocionalescristianos.org