Seguramente ahora que empiezan las vacaciones y no tienes que hacer con los niños y adolescentes en casa, correrás a inscribirlos en cuanta academia haya, deportes encuentres o institutos, lugares donde ejercite mejor su capacidad creativa, todo esto con el fin que sea capaz de enfrentar los desafíos que el mundo exige para que alcance el éxito.

Cuando era niña no había tantos especialistas que ofrecían el mejor método, la fórmula mágica o la mejor pedagogía moderna para convertir niños en prodigios, menos mal, por eso la Iglesia en que crecí humildemente proponía la ESCUELA BÍBLICA DE VACACIONES.

¿Qué maravillas anunciaba nuestra escuela de verano? Pues nada más que la enseñanza completa de la Palabra de Dios: el amor a Dios, a los padres, el respeto a los demás. Prioridades espirituales más que mundanas, corazones dadivosos y menos egoístas.

Queridos padres, los deseos que tenemos para nuestros hijos deben ir de acuerdo al plan que Dios tiene para ellos,

¿Quieres que ellos tengan todo lo que tú no tuviste? Más que el oro y las riquezas importa para Dios su corazón íntegro.
¿Quieres que sea sagaz y emprendedor para lograr sus objetivosí No se trata que lo conviertas en un malicioso sino que sea prudente y así Dios lo protegerá del mal.
¿Quieres que tenga una buena autoestima y no se deje pisar por nadie? Dios recompensa al que le teme y es humilde delante de él.

Mis amados padres, no encaminen a sus hijos por la senda del EXITO y nada más, ella puede ser muy bien marketeada con grandes avisos y anuncios luminosos, pero en su camino también hay trampas que conducen a una vida sin Dios.

Instruye al niño en el camino correcto, encamínalo en el temor a Dios.
He tenido la oportunidad en estos últimos días a meterme un poquito en lo que los chicos hacen con el Internet, las amistades que cultivan, sus sueños, prioridades y gustos.  Muy pocos se han dado cuenta que el Dios de sus Padres es el mismo Dios de ellos.

No podemos medir la excelencia de su educación con la misma medida que el mundo asegura como segura e inmune al fracaso, yo misma he pensado en algún momento como madre inexperta, que mientras más cuesta la capacitación, seguramente serán mejores los maestros, mejor la enseñanza, mejor el resultado. Que necia he sido, leyendo la verdad de mi Dios y Padre tengo que reconocer que la formación no viene de los demás, viene a partir que yo cumpla bien mi papel, de orientarles a caminar en la senda de la vida, donde el éxito depende de la humildad, sumisión y dependencia a Dios.