Meditaciones Cristianas Lumbreras

«En Dios haremos proezas» (Salmos 60:12).

Hudson Taylor cuenta sobre un joven Cristiano que recibió Cristo como su Salvador pero dijo al misionero que esperaría hasta que aprendiese más sobre el Señor antes de ofrecerse para servirlo.  «Bien,» dijo Taylor, «yo tengo algo más a preguntarle.  ¿Cuando usted enciende una vela, tiene el propósito de tornarla más fuerte ?» «Ciertamente que no,» dijo él, pero para alumbrar.» «¿Y usted espera que ella esté a medias para que pueda ser usada mejor?» «No, yo a uso inmediatamente después de estar encendida.» «Muy bien,» él dijo, «vaya y haga el mismo; comience de una vez.» Mucho poco tiempo después habían 50 cristianos en aquélla ciudad como resultado del trabajo de aquel joven.

De la misma forma que nos equivocamos al pensar que abrir el corazón para Cristo es una decisión a ser tomada en  la
vejez, cuando nada hay de mejor a hacer, también nos engañamos al juzgar que solo debemos empezar a servir al Señor cuando estemos perfectamente listos para tal.

El Señor Jesus espera que empecemos a prestar testimonio de nuestra fe desde el primer momento de nuestra nueva vida.  No podemos cometer el engaño de pensar que primero necesitamos nos quedar más Fortes para sembrar la Palabra que transforma y para alumbrar el mundo con nuestra presencia renovada.

Si yo aún no soy capaz de presentarme para predicar un sermón, puedo me ofrecer para entregar un folleto y decir:
«Jesus ama usted.» Si no estoy listo para ir adelante y cantar un bello cántico de alabanza, puedo glorificar a Dios en voz baja y orar por los que son más experientes.  Si no puedo hacer grandes cosas, puedo hacer las pequeñas y creer que el Señor las transformará en grandes milagros.

Una pequeña y débil vela acaba con la densa obscuridad.  El nuestro testimonio, por más simple que sea, puede salvar
muchas vidas, transformar el ambiente donde trabajamos, alumbrar una ciudad.

Los resultados no dependen de nuestra fuerza, pero del poder del Señor a quien servimos.

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