¿Cómo me afecta el pasado?  Los sentimientos de culpa, los traumas traídos de la infancia, las heridas por el camino…

Recuerdo las veces que me equivoqué, que me porté mal, que hice llorar a otros.  Allí está ese disco rayado del remordimiento que repite y repita: "Eres un caso imposible"…  Nunca va a pasar algo bueno contigo.  ¿Cómo pudiste hacer eso?  Pero allí estás Jesús, detrás de mí.  Y levantas un paredón en forma de cruz.

Allí puedo dejar mis harapos, mis malos momentos.  Jesús, te llevas ese disco rayado que me tortura y lo haces pedazos en la Roca del Gólgota.  Ya no escucho las veces de mi sentido de culpa.  Solo oigo las palabras de Pablo:

"No hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús Romanos 8:1 A veces tengo miedo del mañana.  Nuestro futuro está lleno de oscuros nubarrones.  ¿Qué será de nuestro paísí  ¿Quépasará conmigo, mi matrimonio, mi casa?  Pero, ¡tengo una luz!  Cuando hoy puedo vivir bajo tu cuidado, bendito Cristo, con tu poder me animo a enfrentar el mañana.  Si algo va a pasar, tú estás delante y recibes el golpe más fuerte, y me dices: "No temas hija.  Yo soy tu escudo y tu protector".

¿Qué hago con el miedo que tengo a mi misma?  ¿Qué hago con mis defectos, mi temperamento y mis sentimientos de odio que irrumpen como volcán del centro de mi yo?  Allí también está tu voz: "Aquí estoy a la puerta de tu corazón y llamo.  Quiero entrar y hacer fiesta en ti".

¡Ah, felicidad indescriptible!  Señor, ya estás en el centro de mi vida.  Eres mi fuerza y mi canción, mi Señor y mi Rey!

¡¡Tu presencia abrazadora me quita el temor!!