Un talentoso joven artista cristiano pintó un cuadro de una mujer desamparada con un niño en medio de una tormenta. El cuadro conmovió su corazón tan profundamente, que dejó de lado su paleta y pincel y dijo: «Debo ir a los perdidos en vez de pintarlos.»

 

Al poco tiempo empezó a trabajar en los barrios pobres de la ciudad y a estudiar para el ministerio. Ese joven artista británico era Alfred Robert Tucker (1849-1914), quien fue misionero en Uganda y África oriental durante 20 años.

 

Todos nosotros debemos salirnos de la rutina de hablar sobre las misiones y sobre testificar y no hacer nada al respecto. El pastor Horace Bushnell (1802-1876) escribió: «Los que quedan excusados de dar o de ir son: los que creen que el mundo no está perdido y no necesita un Salvador. Los que desean que los misioneros nunca hubieran ido a nuestros antepasados, y que nosotros fuéramos todavía paganos. Los que creen que uno debe preocuparse sólo por uno mismo en este mundo, y que, con Caín, preguntan: "¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?" Los que creen que no tienen que rendir cuentas a Dios por el dinero que se les ha confiado. Y los que están preparados para aceptar la sentencia final: "De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis" (Mateo 25:45).»
 

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