La charla de los niños nos muestra una verdad que debemos buscar obedecer.  Si anhelamos tener nuestro nombre escrito en los Cielos y disfrutar la vida abundante y eterna que Dios dispuso para nosotros desde la fundación del mundo, lo que tenemos a hacer es ascender y ascender cada vez más.

Las gradas de la vida espiritual sano colocados a nuestra frente.  Primero ascendemos la grada del arrepentimiento y confesión de los pecados.  Después ascendemos la grada de la obediencia y colocación de nuestras vidas en el altar de Dios para que Él nos use conforme su voluntad.  Seguimos las gradas de santificación, de adoración, de consagración y, de esta forma vamos nos aproximando más y más del Señor y del cielo.

Cuando las tentaciones del mundo y los placeres que él ofrece nos hacen desender, descendiendo gradas que ya habíamos ascendido, nos apartamos del Padre celestial y el ascenso de esas mismas gradas será mucho más difícil y dolorosa.  El desánimo tomará cuenta de nuestro espíritu, nuestros ojos verán mucho más dificultades y la posibilidad de bajar aún más es mayor de lo que ascender y volver al punto donde estábamos cuando caímos.