Un hombre contaba la experiencia que había tenido con su mujer en un crucero por el Caribe: “Al poco tiempo de emprender el viaje nos informaron de que era requerido que todos participáramos en un simulacro de salvamento.

Uno de los requisitos era que cada viajero y tripulante llevara puesto un chaleco salvavidas. Cuando sonó la alarma todos los pasajeros nos concentramos en el lugar establecido.

La escena era sorprendente, pues todos (hombres, mujeres niños), llevábamos el mismo chaleco, del mismo color. Damas muy finamente vestidas y enjoyadas llevaban el mismo chaleco salvavidas que las mujeres de la limpieza.

Los hombres con elegantes ropas llevaban el mismo chaleco salvavidas que los cocineros y mecánicos.”

Esta es una bella ilustración de la realidad de la iglesia. Cada vez que el pueblo de Dios se congrega es como un simulacro de salvamento. Sin importar edad, sexo ni posición social, cada uno necesita llevar el mismo chaleco salvavidas: CRISTO JESÚS.