Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,ni han subido en corazón de hombre,son las que Dios ha preparado para los que le aman.Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu…¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre,sino el espíritu del hombre que está en él?Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios,sino el Espíritu de Dios.1 Corintios 2:9-11.

¡Argumenta!

Estábamos en familia cenando apaciblemente. Entonces expresé un deseo personal con respecto a un proyecto de vacaciones. Mi hijo mayor levantó la cabeza, me miró con sus grandes ojos de adolescente y me preguntó: -¿Cuáles son tus argumentosí En esto, él es una pura muestra de su generación. No hizo más que transmitir lo que le fue enseñado en el colegio: no afirmar nada sin dar argumentos.

Uno de los rasgos destacados de muchos pensadores de la actualidad es su sistemático rechazo a aceptar de entrada una idea con el pretexto de que emana de una autoridad. Sólo la reciben después de haberla expuesto a su crítica. Reivindican un autogobierno y una idea comprobable, mensurable y demostrable. Se respeta sólo lo que se entiende.

Pero si no hay nociones superiores, si no hay nada ante lo cual uno deba inclinarse, todo se hace trivial y sin valor.

De hecho, esta visión de las cosas es falsa y soberbia. Es una verdadera mentira, porque no quiere reconocer que hay un Dios invisible que está por encima de todo, que nos ama y se reveló en Jesucristo. Hay valores absolutos que se deben recibir y creer. La moral no sólo depende de costumbres sociales; debe fundarse en la verdad revelada.