Escuche cuando Dios habla
¿No clama la sabiduría, y da su voz la inteligencia?… Oh hombres, a vosotros clamo; dirijo mi voz a los hijos de los hombres… Oíd, porque hablaré cosas excelentes.
Proverbios 8:1, 4 y 6
El que tiene oído, oiga…
Apocalipsis 2:7
Lo que es verdaderamente importante, por lo general se hace sin ruido. A menudo la misma sabiduría consiste en callar. Pero a veces es necesario gritar, por ejemplo cuando alguien corre peligro u oye mal.
Dios nos habla cuando leemos su Palabra. Pero si rehusamos oír, Dios está obligado a alzar la voz. Mediante las pruebas, Dios se dirige a nosotros. Lo hace porque nos ama. No nos habla de manera distante e indiferente, porque desea nuestro bien y nuestra felicidad. Se dirige a los pobres como a los ricos, a los instruidos como a los que no lo son.
A usted, que trata de aprovechar la vida rehusando formularse preguntas, a usted la divina sabiduría clama: «Deténgase, venga a probar los puros y excelentes gozos de la fe». A usted que está agobiado, la bondad de Dios también clama: «Escuche, busque mi ayuda y confíe en ella, ore y entonces podrá regocijarse».
Al final de una gran fiesta en Jerusalén, Jesús alzó la voz, diciendo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37). Conocía el corazón del hombre y su sed de felicidad.
Entonces lo invitó a acudir a él, y por él, al Padre, para recibir así el perdón, la paz y el amor. Ahora sigue llamando. En todas partes se anuncia el Evangelio mediante conversaciones, por la radio… y también por esta hoja. El amor no puede callar y ofrece el perdón.
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El amor no puede callar y ofrece el perdón.
¡Oh!, Dios cuanto te amo por tus maravillas siempre me hablas en todo momento gracias por ser asi tan bueno y bondadoso. Mi alma te alaba por que eres grande.
Y a todos ustedes hermanos que envian estos correos que el Señor les guarde y bendiga grandemente. amen