Aunque…

«Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación» (Habacuc 3:17, 18).

Robert Hall, famoso predicador,acostumbraba tener momentos de grande dolor físico, llegando a ser echado en el suelo en gran agonía.  Cuando los dolores cesaban, las primeras palabras que él siempre decía eran: «Espero que no haya murmurado una vez siquiera».  Nuestro testimonio para Cristo sería mucho más eficaz si no nos quejásemos tanto en las ocasiones en que nuestra fe es probada.

Todos nos gusta recibir bendiciones y de experimentar regocijo y alegría.  En esas ocasiones pasamos los días cantando y todos perciben lo gran sonrisa en nuestro rostro.

Glorificamos a Dios y le dirigimos palabras de gratitud y dicha.

¿Y cuándo el dolor nos alcanza por un motivo cualquiera?  ¿Y cuando nuestros sueños parecen qué no van a se realizar?  ¿Y cuando nuestros pies parecen llevarnos a lugar ninguno?

¿Cual nuestra reacción?  ¿Lo qué decimos en esas horasí

¿Nuestro Dios continúa siendo el mismo de las alabanzas o pasa a ser otro?

Hay tiempo para todo en nuestra vida.  La vida nos prueba con momentos de júbilo y también con momentos de dificultadesí

En todos ellos el Señor tiene el propósito de edificar nuestra vida espiritual.  Necesitamos tener discernimiento para encarar las dos situaciones con la misma fe y el mismo amor al Señor.  Cuando glorificamos a nuestro Salvador por todas las cosas, la tristeza acaba deprisa y la alegría permanece por mucho más tiempo.  Al final, en la presencia del Señor la alegría es plena y verdadera.

Aunque nuestros días no sean tan buenos como anhelamos, necesitamos confiar en el Señor y adorarlo de la misma manera.  Todo acontece para nuestro bien y por eso debemos estar siempre alegres.