Fidelidad En la Vida Cotidiana «El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo»

(1 Juan 2:6).

El 23 de agosto de 1864, Abrahan Lincoln escribió una resolución en un pedazo de papel , que él dobló y pidió a su gabinete para endosar sin leer.  Hicieron como él pidió.

Nosotros no sabemos lo que estaba escrito en aquél pedazo de papel, pero nosotros sabemos que era importante.  Aquéllos hombres no mostraron una confianza repentina en Abrahan Lincoln.  Ellos siempre lo vieron exhibir sabiduría y carácter alo largo de todos sus días como Presidente de los Estados Unidos.  Cada uno de ellos confió en Lincoln en aquel momento por causa de su fidelidad en la vida cotidiana.

Que grande bendición es a nosotros cuando nuestros amigos testificam de nuestra vida correcta y fiel, delante de Dios y de los hombres.  De nada sirve ir a la iglesia, cantar bellos himnos, levantar las manos en adoración al Senhor,llorar en los momentos de oración, si, al dejar el templo, volvemos a ser la vieja criatura que miente, sonega, corrompe o es corrompida, cuyo ejemplo sirve única y exclusivamente de piedra de tropezón para muchos que aún no conocen al Salvador.

El verdadero hijo de Dios es santo en la iglesia y fuera de ella, es honesto en la casa del Señor y también en su establecimiento comercial, muestra el brillo de Cristo en los cultos y en cualquiera otro lugar donde esté pasando.

La santidad del discípulo de Cristo no puede ser vista solamente en ocasiones especiales.  Necesita ser constante, diaria, en cualquier situación o circunstancia.  Si somos imitadores del Señor, debemos buscar vivir como Él vivió y nos enseñó a vivir.  Si queremos predicar su Evangelio, la introducción de nuestro sermón debe ser una vida que glorifique su nombre.

¿Nuestros amigos solo perciben santidad en nosotros cuando vamos a la iglesia o en cualquier momento y lugar qué nos encuentran?  O ¿será qué ni en la iglesia demostramos santidad?