Tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios,de todo linaje y lengua y pueblo y nación. Apocalipsis 5:9.

La solución para el Oriente Próximo -El Devocional Diario

Un misionero que había dado testimonio de Cristo durante años entre los musulmanes de cierto país, cuenta el siguiente suceso: Hace tres meses iba con el hijo de un eminente jeque árabe a una oficina del gobierno de Israel, a fin de pedir para él un permiso de residencia en el país. El pedido fue negado. Entonces me dirigí con el joven a ver al director de la sección para explicarle el caso. Éste preguntó sin rodeos por qué quería quedarse en este país.

Para mí fue un placer oír a este hijo de un jeque beduino dar un claro testimonio de su fe. Durante media hora habló de lo que Cristo había hecho por él y de lo que significaba en su vida. Finalmente el joven tuvo la valentía para decir: -Esta es la historia de mi vida. Ahora usted también podría contarme algo de la suya. El jefe de la oficina le contestó: -Gracias a Dios, yo también soy creyente y he nacido de nuevo.

Ese jefe era un judío de nacimiento que se había convertido a Cristo. El árabe y el judío se saludaron como hermanos en Cristo. Al final de la conversación, el joven dijo: -Ahora comprendo cuál es la solución al problema del Cercano Oriente: Jesucristo, el Señor viviente. Ningún ser humano ni país puede ayudarnos, sino sólo él: «Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» (Romanos 10:12-13). «Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios» (Efesios 2:8).