Un Simple Ruido Al Predicar Sin Amor Según La Biblia

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe» (1 Corintios 13:1)

«Un predicador no es tanto un constructor de sermones cuanto es un constructor de vidas. Para construir personas de la manera como Dios anhela que ellas sean, debe amarlas.  No es suficiente amar el acto de predicar. Debemos amar aquellos a quien predicamos. Sin amor, predicar es un SIMPLE RUIDO»(Roger Campbell).

Roger Campbell

¿Qué estamos haciendo cuando hablamos de Cristo a nuestros amigos, parientes y vecinos? ¿Estamos diciendo a ellos que los amamos, que nos preocupamos por sus vidas y con la felicidad que anhelamos para ellos o simplemente emitimos palabras y hacemos ruido con ellas?

Predicar el Evangelio no consiste en decorar textos bíblicos o planear bellos sermones. Es necesario haber una motivación, un deseo ardiente en el corazón. Cristo es nuestro Señor y Salvador. Él nos ha dado vida y alegría. Transformó nuestra mente y nos hizo nuevas criaturas. Estamos llenos de regocijo. Queremos que todos tengan la misma bendición.

La presencia de Cristo en nuestras vidas produce amor. El amor sembrado por el Señor en nuestros corazones produce una gran voluntad de llevar la salvación a los que no la tienen. Por eso predicamos. Por eso salimos a sembrar el amor que fluye de nuestro interior como ríos de agua viva.

Muchas veces salimos a proclamar el Evangelio apenas porque vemos a otros hacerlo o porque nuestra iglesia nos convocó para una tarde de evangelización. Lo que hacemos no pasa de una actividad mecánica, sin vida, sin sal, sin luz. El brillo del Señor no es visto en nuestro rostro, nuestro corazón no palpita por los afligidos, por los incrédulos, por los desesperanzados. Caminamos completamente vacíos del amor que debía ser el combustible de nuestra predicación.

Su testimonio ¿es como un metal que suena, un simple ruido, o una fuente de amor a servicio de Dios?