Reflexiones – ¿Está Disponible?

«Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra» (2 Crónicas 7:14).

«me dé un hombre de Dios – un hombre, Cuya fe sea maestro de su mente, y yo removeré todas las transgresiones y bendeciré toda la humanidad. me dé un hombre de Dios – un hombre, Cuya lengua sea tocada con fuego del cielo, Y yo incendiaré los corazones más impuros, Con grande determinación y deseos puros. me dé un hombre de Dios – un hombre, Un profeta poderoso del Señor, Y yo le daré paz en la Tierra, conquistada con oración y no con espada. me dé un hombre de Dios – un hombre, fiel a la visión recibida, Y yo edificaré sus santuarios rotos, Y conduciré las naciones a su rodillas.» (Oswald Chambers)

Muchas cosas serían diferentes en nuestra casa y en nuestro país si el pueblo de Dios se colocase delante de él con obediencia y sinceridad de corazón. Muchos problemas que enfrentamos hoy, en nuestra nación y en todo el mundo, serían sanados si fuésemos más espirituales y menos carnales. Mucha más alegría habría en cada uno de nosotros si siguiésemos los preceptos enseñados por nuestro Maestro en Su Palabra.

¿Quien pueda transformar el mundo sino aquéllos que colocan sus vidas en el altar de Dios y esperan de él la dirección para cada actitud a tomar? ¿Quien pueda alumbrar las tinieblas que invaden nuestras casas y los ambientes que frecuentamos sino aquéllos que colocan la fe en el Señor antes de cualquier interés personal? ¿Quien pueda caminar sobre las aguas de las dudas y vencer las tormentas que asolan los corazones desesperanzados sino aquéllos que doblan su rodillas y confían plenamente qué el Señor sanará la tierra de nuestras inquietudesí

El Señor está esperando de nosotros mucho más de lo que le hemos ofrecido. Quiere contar con nuestra osadía en el predicar Su Evangelio. Quiere que nuestro corazón se inflame en la busca de los perdidos y en el fortalecimiento de los desanimados. Él quiere oír nuestra voz en oración y ver las marcas de nuestras rodillas. Espera oír un «heme aquí» en vez de «cuente con otro».

¿Está disponible? ¿El Señor puede contar con usted?