Los Cristianos somos colaboradores de Dios

“…NOSOTROS SOMOS COLABORADORES DE DIOS…” (1 Corintios 3:9)

Se cuenta de un niñito que vendía puerta a puerta lápices de diez céntimos, con el fin de levantar fondos para construir un hospital en la ciudad, cuyo costo sería de 30 millones de dólares. Una mujer le dijo: ‘Hijo, es una meta muy alta para un niño, vendiendo lápices a diez céntimos.’ Con una gran sonrisa el muchacho respondió: ‘No se preocupe, no estoy solo. ¿No ve a ese niño en el otro lado de la calle? Es mi compañero, lo estamos haciendo juntos.’ Ahora bien, si ese niño tenía esa semejante fe en un compañero con los mismos recursos limitados que él, ¿no deberías confiar mucho más en un Dios Todopoderoso, cuya ayuda es garantía de éxito? La Biblia dice: “…Nosotros somos colaboradores de Dios…” (1 Corintios 3:9). Cuando empieces a creer de verdad esas palabras, comenzarás a vivir como una persona “sin límites”.
En el viaje misionero de Robert Morrison a China, el capitán del barco en el que viajaba continuamente lo criticaba y ridiculizaba. Al llegar al destino y desembarcar, el capitán le dijo: ‘Supongo que pensarás que vas a cambiar la China’, a lo que Morrison respondió: ‘Yo no, pero sé que Dios sí lo hará.’ Así es, en efecto; cuando te unes a Dios, tu potencial es ilimitado. Haz la siguiente oración: “Inquiétame, Señor, cuando se realizan mis sueños sólo porque soñé demasiado pequeño.

Inquiétame, cuando arribe con seguridad a buen puerto sólo porque navegué muy cerca de la orilla. Inquiétame cuando las cosas que he conseguido me hagan perder la sed de Ti. Inquiétame cuando triunfe pero pierda mi deseo de excelencia. Inquiétame cuando me conforme con poco y me quede corto de las metas que Tú has marcado para mi vida.”