La Tentación en la Biblia. Tercera parte
«…LOS DESEOS DE LA CARNE, LOS DESEOS DE LOS OJOS Y LA VANAGLORIA DE LA VIDA…» (1 Juan 2:16)
La tentación entra por tres puertas: «Los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida.» Por esas mismas puertas entró en el Huerto del Edén: «Al ver la mujer que el árbol era bueno para comer (deseo de la carne), agradable a los ojos (deseo de la vista) y deseable para alcanzar la sabiduría (vanagloria de la vida), tomó de su fruto y comió…» (Génesis 3:6). Satanás siempre ha usado las mismas artimañas, disfrazadas de nuevos métodos.
«El deseo de la carne» es cualquier cosa que te haga endeudarte irresponsablemente, o que te haga manipular a otros para conseguirlo, o que ponga en entredicho tu integridad.
«Los deseos de los ojos» tienen que ver con tu percepción de las cosas. Para cuando empiezas a ver con claridad, ya has perdido una buena amistad, o te has perdido una oportunidad, y simplemente miras atrás y dices: ‘Fui muy tonto, debí haber esperado.’
«La vanagloria de la vida» es la más sutil, y por ende la más peligrosa. Necesitas cierto grado de amor propio para triunfar en la vida. ¿Cuándo se convierte ese amor propio en orgullo? Cuando empiezas a exaltarte a ti mismo; cuando descuidas a Dios y crees que tus éxitos son resultado de tus esfuerzos; cuando te cuesta reconocer tus errores; cuando estás dispuesto a hacer cualquier cosa y culpar a otros, con tal de salvar tu reputación. Sin arrepentimiento, no puede haber restauración. Tras cometer adulterio con Betsabé David escribió: «Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Salmo 51:17).
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