Los Cristianos y el Ser Santos

«SED TAMBIÉN VOSOTROS SANTOS EN TODA VUESTRA MANERA DE VIVIR» (1 Pedro 1:15) Hoy en día no se habla mucho de la santidad. ¿Qué significa «ser santo»?

Primero, entendamos lo que no es:

1) No te aparta del mundo; pero te aísla de sus influencias negativas.

2) No es una hoja de calificaciones donde apuntamos quién está cerca de Dios y quién no. Es tener un corazón consciente de sus debilidades, pero que ora: «Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, Dios, el alma mía» (Salmo 42:1).

La santidad es ser apartados de manera especial y exclusiva, como el pan y el vino se separan en la Santa Comunión para simbolizar algo diferente y recordar la muerte de Cristo. O como el santo matrimonio, donde una pareja promete ser fiel el uno al otro con la exclusión de otros. Escribe Chuck Swindoll: «Cuando servía en la Marina de los EE.UU. a ocho mil millas de distancia de mi esposa, sabía que Cynthia existía. Podía leer sus cartas y de vez en cuando oír su voz al teléfono, pero no podía verla ni tocarla. Me quedaba, sin embargo, el recuerdo del día en que tres años antes habíamos estado delante de Dios y del ministro religioso, quien nos declaró marido y mujer, apartándonos exclusivamente el uno para el otro por el resto de nuestra vida. Nos habíamos casado en junio de 1955, pero no importaba cuánto tiempo hacía, lo importante era que nos habíamos comprometido a la unión santa de nuestras vidas. Tener intimidad con otra mujer habría roto esa relación santa, esa unidad exclusiva. Recordar eso me ayudó a serle fiel durante los largos meses en que estuvimos separados, ¡y todavía me ayuda, cuarenta y un años después!»