Las Parábolas de los «Objetos Perdidos» – Parte 2
«…GOZAOS CONMIGO, PORQUE HE ENCONTRADO LA [MONEDA DE PLATA] QUE HABÍA PERDIDO» (Lucas 15:9)
La siguiente parábola fue respecto a una moneda de plata perdida. «¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, barre la casa y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido» (Lucas 15:8-9). Es natural que la moneda, un objeto inanimado, no supiera que estaba perdida ni le preocupara la situación. Hagamos dos observaciones:
1) La persona que se suponía debía de cuidar de ella la perdió.
2) Se perdió, a pesar de estar dentro de la casa. Ésta es una imagen de quienes ocupan los bancos de las iglesias domingo tras domingo confiados en que su transformación personal les va a salvar, o su afiliación a una iglesia determinada, o los contactos de su familia o incluso sus buenas obras.
¿Qué hizo la mujer? Encendió una lámpara, limpió la casa a fondo y la buscó hasta encontrarla. Así es toda predicación basada en la Biblia y centrada en Jesucristo. Todo lo que se interponga para impedir que la gente llegue a Cristo, debe ser eliminado. Hagamos brillar la lámpara de la Palabra de Dios. Prediquemos el único mensaje que puede salvar a los humanos de sus pecados. «…[El] evangelio… es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree…» (Romanos 1:16). Es muy probable que la mujer de la parábola tendría ropa que remendar, ganado que cuidar y agua que sacar del pozo. Pero todo eso pasó a segundo plano en su búsqueda de la moneda. Lo que se necesita en la iglesia hoy en día es la lámpara para iluminar, la escoba para barrer y un compromiso que no cese hasta que los perdidos de la casa de Dios hayan sido hallados y salvados.
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