«…SI CREES VERÁS LA GLORIA DE DIOS…» (Juan 11:40)

La Historia de Lázaro y Jesús

En la historia de la resurrección de Lázaro, destaquemos tres principios importantes:

1) Marta y María ya tenían una relación estrecha con Jesús antes de que se presentara la crisis. Cuando Jesús pasaba por allí, se quedaba en su casa y comía a su mesa. Ellas eran dadoras, no tomadoras. No puedes negarle a Dios un minuto de tu tiempo, una onza de tus energías, un céntimo de tu dinero y luego, cuando llega la prueba, decir: ‘¿Por qué lo permitiste?’ Jesús dijo: «Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho» (Juan 15:7).

2) Tener una relación con Dios no te exime de problemas, pero podrás acudir a Él en los tiempos de aflicción. Es lógico que haya que ocuparse del trabajo y de la familia, pero sin descuidar la relación más importante de todas -la que tienes con el Señor-. «…Si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidamos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de Él» (1 Juan 3:21-22).

3) Cuando haces partícipe de tu situación a Jesús, Él la cambiará. Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro ya estaba muerto y había sido enterrado. Desde un punto de vista humano, no había nada más que hacer. Pero es en momentos así cuando Dios te recuerda la pregunta: «¿Acaso hay algo que sea difícil para mí?» (Jeremías 32:27). Si tu respuesta es ‘No, Señor’, entonces el problema se convierte en una oportunidad para que Él te demuestre su amor y su cuidado.