«PORQUE DIOS ES EL QUE EN VOSOTROS PRODUCE ASÍ EL QUERER COMO EL HACER, POR SU BUENA VOLUNTAD.» (Filipenses 2:13)

Cristiano no lo intentes antes de entrenarte

No intentas correr un maratón, te entrenas para correrlo; de lo contrario acabarías agotado y derrotado. La clase de entrenamiento del que estamos hablando no consiste en apretar los dientes, cerrar los puños, y ponerse en una actitud de vida o muerte ante cosas como orar y leer la Biblia. No, se trata de que seas más sensible hacia Dios. Es aprender a hacer bien lo que proceda, en el momento oportuno, de la manera adecuada, y con el espíritu correcto.

Puede que tu meta sea leer varios capítulos de la Biblia cada día, pero ¿qué pasaría si Dios te dijera que hicieras una pausa en cierto versículo porque quiere que esa verdad en particular sea una realidad en tu vida diaria?

La diferencia entre intentar y entrenarse es como la diferencia que hay entre una lancha motora y una barco de vela. A la primera, enseguida la puedes llevar lejos encendiendo el motor; pero con la otra, tienes que esperar al viento. Jesús dijo: «El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu» (Juan 3:8). Es el viento que hace el trabajo. No podemos encenderlo o apagarlo, tampoco fabricarlo ni atribuirnos su mérito. Pero como buenos marineros podemos entrenarnos para «sentirlo» y actuar en consecuencia.

Una vez que hayamos aprendido eso, entonces nos movemos en el Espíritu en vez de cansarnos en la carne. Hoy, pide a Dios que te ayude a vivir de esa manera.